PATRÓN TRAIDOR
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Mal San Prudencio, muy mal. Esto no se hace a tus ahijados que te veneran en distintos grados (y no me refiero a los alcohólicos) como patrono suyo que eres. ¡Cómo se te ocurre enviar una helada tardía a modo de castigo divino en la misma fecha que tus ‘súbditos’ elegimos cada año para honrarte! El 28 de abril lo tenemos rotulado para soltar las bridas al jolgorio y recuperar estampas bucólicas de romería. Y justo esa madrugada, ni una antes ni otra después, hundes los termómetros para congelar las vides extensas que forman una especie de mar de tierra adentro en tu comarca meridional de la Rioja Alavesa. Tú -consiente el tuteo-, discípulo de San Saturio, te comportaste en esa noche estrellada como un traidor a la forma de vida de toda una zona tuya.
En ese sur del territorio histórico, no muy poblado pero sí atractivo, en esa parte geográfica de la provincia donde se maneja parné, sus moradores conjugan desde la más tierna infancia el verbo ‘vendimiar’. Imposible comprender la idiosincrasia de la demarcación sin vocablos como uva, remolque, cántara o bodega. No hay manera de comprenderla sin aludir al bíblico fruto de la vid y del trabajo del hombre. Y de la mujer, cabe añadir en justo reconocimiento a las tareas de ellas. Según el argot ciclista, el ordeño de las cepas ha llegado este año con un adelanto considerable sobre el horario previsto por la organización. Una vendimia impaciente, como deprisa, consecuencia de una climatología que maldice aquella helada postrera de abril.
El sector vitivinícola admite que la adversidad deviene en unos niveles productivos inferiores a los que la comarca acostumbra. Pero también se apresura a añadir que de calidad va sobrada esta cosecha exigua. Líbreme el dios Baco de juzgar desde mi ignorancia en la materia porque a uno le gusta el vino, aunque no entienda todos los factores sensoriales que derivan de él, pero dicta el sentido común que nadie vende un producto poniéndolo previamente a parir. Arriba, abajo, al centro y p’adentro.
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