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La patria abierta de la humanidad

La iniciativa que el lehendakari presenta hoy en el Vaticano para el reparto y acogida de los inmigrantes ofrece al gigante europeo una vía de solución al problema

Jesús Prieto Mendaza

Antropólogo y profesor

Miércoles, 28 de agosto 2019, 00:47

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En enero de 2015, en la ciudad filipina de Manila, el papa Francisco decía al mundo entero lo siguiente: «Al mundo de hoy le falta ... llorar, lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar». Aquel mismo año, meses más tarde, la llamada 'Crisis de los Refugiados' ponía de relieve, con una desnudez acusadora, que Europa ha perdido la capacidad de llorar. Han pasado cuatro años y nuestro viejo continente se muestra incapaz de abordar correctamente este grave problema humanitario; sin que las palabras acusadoras de Bergoglio hayan hecho mella en el corazón de la Unión Europea, que sigue demostrando que ni se comporta como una federación de estados ni tiene en perspectiva, al menos a medio plazo, hacerlo. Así las cosas, el Mediterráneo sigue siendo un inmenso ataúd en el que Europa continúa naufragando sin responder ni con un operativo estructurado y coordinado, ni con una política clara de redistribución de los contingentes de migrantes y refugiados que llegan a sus costas.

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