Teoría del efectivo
El Gobierno insiste en que los sobres con dinero son la cosa más normal del mundo
Pedro Sánchez intervino ayer en Vitoria en la Cumbre Global Alianza para el Gobierno Abierto y habló de ética pública y lucha contra la corrupción (« ... no como hacen algunos»), más o menos al tiempo que sus portavoces en el Gobierno y en el Parlamento insistían en que lo del secretario de organización recibiendo sobres con efectivo en la sede del partido es normalísimo. Algo que se hace en todas las empresas. Patxi López aseguró que «incluso» en el Congreso y el Senado, instituciones de las que no se tardó en saber que los gastos los pagan mediante transferencias bancarias, o sea, como la inmensa mayoría de las empresas: dejando todo el rastro posible.
La realidad, si se fijan, ya no importa. La política es un ejercicio performativo y no descarten que veamos pronto cómo se nos explica que los sobres con dinero, además de normales, son antifascistas. Mientras ocurre, ayer vimos al presidente del Gobierno hablar con toda seriedad de tolerancia cero contra la corrupción, de reforzar la dación de cuentas y de transformaciones profundas en el portal de transparencia. Ojalá hubiese conectado la teoría, o sea, el discurso, con las noticias: «Gracias a estas medidas avanzadísimas podremos al fin detectar los más imperceptibles desajustes del sistema, las fallas más sutiles, como por ejemplo que el ministro de Transportes y su asistente, el aizkolari gigante, vayan por ahí colocando en empresas públicas al harén de prostitutas del que al parecer viven rodeados».
Por ese lado ayer se supo que lo de la fiesta de José Luis Ábalos en el Parador de Teruel en pleno covid igual no era tan leyenda urbana. A la Guardia Civil le consta que Koldo pagó los billetes a Teruel a un grupo de personas, entre ellas una a la que el asesor ministerial, siempre refinado, tenía agendada como «Rosa Rumana Jefe Valencia». Por supuesto, Pedro Sánchez anunció en Vitoria que para luchar contra el fraude y la opacidad se va a contar con la inteligencia artificial. Una vez más, todo está en 'Yes, minister', la serie de los ochenta de la BBC. «Gobierno abierto, primer ministro», le aconsejaba Sir Humphrey al 'premier' Hacker. «Siempre debemos decirle con total franqueza a la prensa cualquier cosa que ellos puedan encontrar fácilmente por sus propios medios».
Francia
Sacar a Macron
La política francesa atraviesa un momento dramático y espectacular. Entre los últimos prodigios, un primer ministro que consigue mantener vivo su Gobierno durante catorce horas y dimite a los veintisiete días de ser nombrado. Se llama Sébastien Lecornu y cuesta ponerle cara incluso después de que ayer apareciese en todos los periódicos. Condenado a pasar desapercibido a la historia, ahora Lecornu va a ser eclipsado por un drama mucho mayor: la lucha por la supervivencia de Emmanuel Macron, un presidente de la República al que en Francia parecen detestar desde 2017. Sin embargo, Macron encarna a la perfección eso que conocemos como un animal político. La imposibilidad de pactos transversales con unos partidos en modo electoral hace que en el país comience a apostarse por las elecciones presidenciales antes que por la formación de otro Gobierno precario. Sacar del Elíseo a un equilibrista de élite como Macron no será sencillo y en los extremos Le Pen y Mélenchon tienen prisa. Resuena mientras tanto la despedida de François Bayrou, otro primer ministro efímero que identificó el peligro de este ciclo catastrófico: los gobernantes se van pero la realidad, que es inexorable, se queda.
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