Ronda sanitaria
País Vasco ·
El lehendakari no recibirá a Vox en su ronda de contactos con los partidosLlevamos años preguntándonos qué hacer con la ultraderecha y parece que la respuesta es la siguiente: trabajar el cordón sanitario hasta que no tenga la ... ultraderecha más remedio que ganar las elecciones. El ejemplo inmediato es por supuesto Francia, donde Macron ha sido un mago del mal menor en el descuento hasta que de pronto ha dejado de serlo y la Marianne que guía al pueblo es de pronto Mélenchon. Se dirá que la situación en nuestro país es distinta. Cierto. Aquí los ataques de énfasis se escenificaban incluso cuando no tenía Vox un parlamentario en Madrid o Vitoria. Funcionó muy bien. Tras el teatro preventivo, Vox alcanzó los cincuenta diputados en Madrid. Y Amaia Martínez entró en 2020 al Parlamento de Vitoria, algo que parecía imposible. Cualquier vasco socializado en el autobombo sabe que la vasquidad es milenariamente antifascista. Eso explica, imagino, que el 'Cara al Sol' lo escribiesen entre otros el irunés Mourlane Michelena, el bilbaíno Miquelarena y el protobilbaíno Sánchez Mazas sobre la partitura del guipuzcoano Tellería Arrizabalaga y entre los platos de txangurro del restaurante Or Kompon.
Ahora el lehendakari Pradales no va a recibir a Vox en la ronda de contactos con los partidos. Las razones son que Vox no respeta ni el mismo marco ético que el resto ni el autogobierno. Habría que recordar lo que PNV y PSE opinan de la ética de Bildu cuando les conviene y señalar lo extraño de que estar contra el autogobierno te inhabilite en Vitoria mientras que estar en contra de la unidad del Estado te dé acceso en Madrid a la dirección del Estado. Pero qué más da. Lo peor es que el lehendakari les vuelve la cara a los más de 21.000 vascos que votaron a Vox. Y el problema es que la exclusión es siempre un podio, o un trampolín, mientras que puede que sí sea en la institucionalidad y en los debates reales donde el populismo realmente se desgasta. En cierto modo, lo que queda cinco años después de aquellos cincuenta diputados de Vox es una sucesión de matanzas internas, una sangría de votos y la imagen de Ramón Tamames optando a la presidencia del Gobierno.
EE UU
Control de daños
La portada del último 'Vogue' en Estados Unidos es un cartel electoral. Aparece Jill Biden, «la primera dama», vestida de un blanco que no se veía tan poderoso y tranquilizador desde el regreso de Gandalf y mirando hacia el porvenir. «Decidiremos nuestro futuro», se lee en la portada. Y no se sabe si es un titular o un lema de campaña. Y tampoco se sabe si hace referencia a los Biden en concreto o a los Estados Unidos en general. Reajustada tras la debacle del debate contra Trump, la entrevista muestra a una Jill Biden que no contempla la idea de que su marido se retire. Asegura que van a seguir luchando y que no permitirán que un mal día arruine lo hecho en los últimos años. Puede que su figura funcione bien como antítesis de Melania Trump, quien no parece acompañar ya a su marido sin estar siendo encañonada desde un edificio próximo. Pero el problema es que se analiza una portada en la que aparece la mujer del presidente de Estados Unidos, en vez de haber visto ya al propio presidente intentando controlar personalmente los daños de un debate que cuestionó su capacidad para seguir en el cargo, mostrándose fuerte y ágil de mente como, por lo menos, un hombre de setenta y cinco años.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión