Dos niñas cruzan la calle con su madre para dirigirse a la entrada de la escuela. AFP
Furgón de cola

Regreso a las aulas

Profesores y alumnos vuelven hoy a clase con las agendas rebosantes de desafíos

El comienzo del curso escolar tiene sus tradiciones inamovibles. Una de ellas establece que el lehendakari visite un centro e interactúe con los estudiantes. Es ... una incursión arriesgada, pero imagino que en los centros seleccionan entre sus alumnos a los mejores especímenes para que el líder político se lleve una buena impresión y pueda seguir diciendo lo de que los jóvenes son lo más valioso que tiene el país y también lo de que estamos ante la generación mejor preparada de la historia. Otra de las tradiciones del comienzo del curso consiste en que el estamento docente le traslade a la sociedad los desafíos que asumen. Parece que los de este año tienen que ver por un lado con las pantallas y la inteligencia artificial y por otro con la salud mental e incluso emocional de los alumnos. Hace unos años lo que preocupaba era que los profesores estuviesen quemados y deprimidos, pero el problema ha debido abordarse con eficacia porque ahora también están deprimidos los alumnos, con la diferencia de que ellos no están quemados sino ansiosos.

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El funcionamiento del euskera como lengua vehicular o la integración en el sistema del alumnado extranjero son otros de los desafíos que tiene la escuela vasca, pero por alguna razón el debate enseguida se redirige hacia las pantallas. Hemos leído a profesores que aseguran que la capacidad de atención de sus alumnos no supera ya los diez minutos. A mí me parece extraño porque las veladas de Ibai son eternas y los muchachos parecen seguirlas con gran atención. Diez minutos bastan en cualquier caso para leer un poema, aunque, atendiendo a las últimas polémicas culturales, los profesores deberán dejarles claro a sus alumnos que no pretenden hacerlos mejores personas sino tan solo arrancar de las garras del analfabetismo funcional a la generación mejor preparada de la historia. «Estudiad y sed buenos», les decía el primer día de clase a sus alumnos el profesor de 'Corazón', el clásico edificante de Edmundo de Amicis. Sucedió antes de la educación en valores y los psicopedagogos, antes de que hubiese certámenes para elegir al 'mejor profesor del mundo' y antes de que las leyes de Educación se cambiasen cada tres años para perpetuar el apellido de un ministro y el desconcierto general.

Ciclista al suelo

Al final, el ciclista al que tiraron en la Vuelta por motivos humanitarios fue Javi Romo, del Movistar, que no es de Haifa sino de Villafranca de los Caballeros. Sucedió ayer, cuando un joven con una bandera palestina trató de irrumpir en la carrera, aunque tropezó antes de hacerlo y eso hizo que irrumpiese a su vez un policía y al final Javi Romo se fue primero al suelo y después a por el espontáneo. Nadie salió lastimado. El episodio fue confuso. Comienza a serlo la traslación del activismo al deporte. La víspera el equipo Israel Premier Tech eliminó el nombre de Israel de sus maillots para que sea más difícil reconocer a sus corredores. Algo parecido ha decidido hacer el Club Ajedrez Sestao en el torneo internacional con el que va a celebrar su cuarenta aniversario: retirar las banderas de las mesas para que no sea fácil identificar a los ajedrecistas israelíes. Antes, el club hizo esa cosa tan extraña de pedirles a los deportistas que se retirasen ellos mismos o que compitiesen bajo la bandera de la federación internacional. Los ajedrecistas se negaron, así que no habrá banderas en el frontón de Sestao, excepto la palestina y la de «las comunidades autónomas representadas» porque ya digo que la confusión no deja de aumentar.

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