Paz y guerreros
Trump trata de apagar los incendios exteriores mientras no deja de avivar los interiores
La geopolítica es complicada. Tanto, que este martes supimos antes lo que pensaba Yolanda Díaz del plan de Trump para Gaza que lo que pensaban ... en Gaza. O lo que piensan al menos en Hamás, milicia terrorista al mando de la Franja que «se inclina» por aceptar el plan. Yolanda Díaz cree en cambio que es una farsa inaceptable. En el Gobierno aseguran que la iniciativa de Trump es una buena noticia y que no tienen ningún desacuerdo al respecto. ¿Y la vicepresidenta? Esta es una de esas ocasiones en las que el Gobierno parece a punto de romper la cuarta pared: «Es vicepresidenta, pero de mentirijillas».
Este martes Trump dio tres días a Hamás para aceptar una propuesta que tiene detrás a «todos los países árabes». Cabe imaginar que esa es una de las claves de un movimiento al que hay que suponerle el trasfondo oculto por necesidad: lo que queda a la vista no transmite esperanza. Sin embargo, la comunidad internacional parece dispuesta a respaldarlo, aunque haya que hacer cosas como resucitar a Tony Blair para enviarlo precisamente a Oriente Medio. Tras garantizarle a Hamás «un final muy triste» si rechazan su propuesta, Trump voló ayer a la base de los marines en Virginia para protagonizar un acto increíble. El secretario de Guerra Hegseth había convocado allí a todos los almirantes y generales del Ejército, también a los que están en el extranjero. La reunión, del todo excepcional, suponía tal desafío logístico y de seguridad que, cuando el 'Washington Post' reveló su convocatoria, se disparó la preocupación.
Sin embargo, Hegseth solo quería soltarles a los grandes guerreros su rollo de que sean feroces. Y Trump aprovechó para soltarles un mitin MAGA interminable en el que lo mismo insultó a Biden que expuso su peligrosa teoría del enemigo interno. Fue un discurso incendiario que obtuvo una respuesta inesperada por Trump. Silencio. Los militares recibieron y despidieron al presidente puestos en pie, pero en ningún momento aplaudieron o se manifestaron porque el uniforme les obliga a la neutralidad política. «Pueden aplaudir», dijo Trump al pisar «la sala más silenciosa en la que he estado nunca». Pero no aplaudieron. Y la verdad es que fue digno de verse: el espectáculo casi extinto de que alguien sepa mantenerse en su lugar.
País Vasco
Nuevos permitidos
En Argentina llaman 'permitido' al famoso generalmente guapísimo con el que las parejas se consentirían una infidelidad. «Brad Pitt es mi permitido», por ejemplo. En el caso del matrimonio gubernamental entre PNV y PSE, el permitido clásico es el derecho a decidir por el lado del desarrollo estatutario. Es ahí donde los socios vienen dándose permiso. La novedad es que los partidos del Gobierno separan ahora sus votos por las malas a cuenta de una reforma de la Ley de Empleo Público destinada a blindar el euskera en las OPE. El PNV quiere responder a sentencias que considera persecutorias con el idioma, gran anatema, y el PSE insta a evitar aventuras y profundizar en los acuerdos existentes sobre perfiles lingüísticos. No se sabe hasta qué punto la discrepancia puede afectar a la coexistencia del Gobierno, pero Bildu ha detectado la grieta y ayer denunciaba las mismas «políticas populistas y euskarófobas» que el lehendakari corea en las campas. La izquierda abertzale lleva al Parlamento otra propuesta para blindar el euskera en las OPE y todo puede negociarse con su gran rival en un ecosistema político vasco susceptible de 'ménage à trois' en el que los abrazos son indistinguibles de las llaves de judo.
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