La situación internacional ya era lo suficientemente peliaguda, pero faltaba el momento caribeño. Como si la realidad nos la estuviese diseñando un guionista de serie ... B y el Trump contra Maduro fuese una opción imposible de desperdiciar, igual que lo fue el King Kong contra Godzilla. Todo comenzó con el despliegue de la Armada estadounidense en el Caribe: destructores, buques militares y un submarino de propulsión nuclear frente a las costas de Venezuela. Más de cuatro mil soldados. Una millonada de dólares al día. Incluso hubo quien fantaseó con la invasión de Panamá en el 89. Cuando el martes se supo que el Ejército estadounidense destruía en aguas internacionales lo que comenzó siendo un buque y terminó siendo una narcolancha con once tripulantes fue complicado no abrir mucho los ojos. En una rueda de prensa en la que, tras demasiados días sin aparecer, Trump tenía al país pendiente sobre todo de si seguía vivo, el presidente explicó a su modo lo sucedido: «Muchas cosas salen de Venezuela, así que eliminamos el barco».
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Lo que sale de Venezuela es droga y la sacan cárteles a los que Estados Unidos vincula con el régimen de Maduro. Pero no se desplazan destructores para hundir lanchas en las que no entrará mucha más droga de la que se necesita para abastecer una semana las fiestas de Hollywood. Para redoblar el asombro, el Gobierno venezolano no ha respondido invocando a Bolívar sino a la inteligencia artificial. El vídeo del ataque es falso. Y ya está. Solo eso tras semanas de propaganda y movilización, de tremendos trémolos antiimperialistas y maniobras en las que el mismísimo Maduro se puso a trotar con Diosdado Cabello al frente de unas milicias populares que, antes que para el combate, parecían listas para coger primera fila en un concierto de Carlos Baute. No se entiende nada de lo que ocurre en Venezuela y no tengo ni idea de lo que puede llegar a pasar. La verdad es que lo mejor de esta página es la precisión en el análisis. Carlos Alsina le preguntó ayer al ministro de Exteriores por la posición de España en todo este asunto y Albares respondió resaltando nuestra relación especialísima con América Latina, a dos pasos de recordar lo importante que fue para la región el festival de la OTI.
Formas de salir
Dispuesta a demostrarle a Aena que en cuestiones de maltrato y coacción no distingue entre clientes y operadores públicos, Ryanair suprime un millón de plazas en la campaña de invierno de los aeropuertos españoles. Eso afecta a Foronda, aunque no demasiado, y le hace daño a Santander, que se queda sin vuelos a Roma, París o Milán, lo que al mismo tiempo beneficia a 'La Paloma', reforzando su posición de aeropuerto de referencia en la zona norte. En el negocio aeroportuario funciona el efecto mariposa. Quizás eso explica lo que pasa a veces con las maletas. De lugares como Santiago de Compostela, Ryanair no se lleva vuelos sino aviones, lo que hace que se evapore la subvención que las instituciones utilizan para atraer aerolíneas de bajo coste. Entre ellas, Ryanair tiene el mérito de haber conseguido parecerse a su director ejecutivo, el irlandés Michael O'Leary, uno de los individuos más irritantes del planeta. En 2012 coincidió en el aeropuerto de Bilbao con unos trabajadores de Spanair que protestaban porque su compañía acababa de cerrar. Y se puso a tomarles el pelo frente a las cámaras. Casi lo linchan. La salida del aeropuerto O'Leary tuvo que hacerla en aquella ocasión protegido por la Policía.
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