EFE
Furgón de cola

Jugar en el barro

España ·

Sánchez gana nueve a uno, pero se piensa por sorpresa si dejar el partido

La forofización de la política ha dejado de ser una metáfora para ser una mera descripción. Los escaños son ya indistinguibles de los goles. El ... martes, en el Senado, el ministro Bolaños les dijo a los de Vox que el PSOE les había ganado en las elecciones vascas doce a uno y ayer, en el Congreso, Pedro Sánchez oficializó la interpretación futbolística de la realidad, añadiéndole la interpretación plebiscitaria de las autonómicas vascas. Plebiscitaria en torno a sí mismo. «Les ganamos nueve a uno», le dijo Sánchez a Feijóo, no refiriéndose esta vez a escaños sino a partidos, en concreto a los que apoyan al Gobierno en Madrid. Fue el equivalente a señalarle al rival el marcador y mandarlo callar como Cristiano: la esencia misma del parlamentarismo.

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Que la forofización de la política, con su automatización del odio y el agravio, solo lleva a un lugar, la tangana en el barro, lo estamos comprobando de un modo esplendoroso desde que a finales de febrero la Policía detuvo a Koldo García, hombre de confianza del exministro Ábalos, por un presunto caso de corrupción. Aquello activó un vistosísimo aspersor de dosieres que ya afecta a parejas y familiares de los líderes políticos y que lo mismo genera filtraciones de conversaciones entre abogados y la Fiscalía que denuncias de sindicatos chungos confeccionadas con recortes de noticias. Este último episodio -una denuncia en un juzgado de instrucción admitida, o sea: nada- propició que ayer Pedro Sánchez le escribiese por sorpresa una carta a la ciudadanía. Otra jugada maestra y plebiscitaria en torno a su persona. Y un mensaje asombroso para la historia. Contiene un 75% de demagogia ofensiva y un 25% de confesión emocional. El presidente del Gobierno le dice al país que, tras la denuncia contra su mujer, se toma unos días para ver «qué camino tomar». O sea, que igual lo deja. El límite de la lucha contra el fascismo era al final una denuncia maloliente. La forofización avanza de un modo plenamente deportivo: con el presidente victimizándose sentimental e inenarrable. Un poco como Joan Laporta, pero con mucho mejor tipo.

Venecia

Tarifa delicada

Hoy en Venecia comienzan a cobrarle al turista por entrar en la Ciudad Antigua. Cinco euros excepto niños y residentes. Es, en palabras del alcalde Brugnaro, un experimento que no tiene que ver con la turismofobia sino con controlar las cosas en «nuestra delicada ciudad». A mí un alcalde que adjetiva tan fino me gana al instante. Que sean diez euros, 'sindaco'. Al fin y al cabo, te los cobran en Venecia por un café. O por respirar. La idea del Ayuntamiento es reducir y organizar los flujos humanos que transforman en un caos ciertas zonas, a ciertas horas, en ciertas fechas. Entre las ciudades turísticas, hay que recordar que Venecia es de las pocas que corre el riesgo de hundirse en serio. La lucha de los venecianos por preservarla y por poder seguir viviendo en ella es antigua y ya se ve que complicada. Cinco euros no parece gran cosa. La paradoja del turismo masivo consiste en querer conocer algo único, valioso, excepcional, que el propio turismo masivo en el mejor de los casos altera y en el peor destruye. Solo existe una posibilidad de que la llegada de uno de esos grandes cruceros a una ciudad vieja y hermosa no resulte sencillamente aterradora. Consiste, por supuesto, en ir a bordo del crucero.

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