Furor y flotilla
Se reavivan las protestas mientras se espera la respuesta de Hamás al plan de paz para Gaza de Trump
Israel interceptó según lo previsto la flotilla humanitaria en la que viajaban Greta Thunberg, Ada Colau y otros cuatrocientos activistas. Según lo previsto también por ... los propios tripulantes, que perseguían en realidad fines más comunicativos que humanitarios y se entregaron sin ofrecer resistencia cuando los soldados israelíes abordaron sus barcos. Los soldados también fueron pacíficos y no se llevaron por delante a nueve activistas, como hace diez años en aquel barco turco. Esta vez todo fue más tranquilo. Las últimas imágenes emitidas antes del asalto desde uno de los barcos, el 'Capitán Nikos', mostraban a la tripulación haciendo a cámara, muy sonrientes, el gesto del corazón. Hay quien piensa que a las catástrofes humanitarias se va con otra actitud, pero puede que el pop coreano no haya descubierto aún el modo de representar con las manos, para las fotos, un genocidio.
Se espera que Israel deporte en breve a los tripulantes detenidos y que estos recuerden en su regreso que las víctimas que importan no son ellos sino los gazatíes. Mientras tanto, los organizadores de la flotilla aprovechan la atención informativa y llaman a la movilización internacional. Ayer comenzaron las manifestaciones y se multiplicarán el fin de semana. Llegan en el momento en que Hamás debe responder a la propuesta de paz para Gaza anunciada por Trump y que ya cuenta con lo que parece la aceptación de Israel y el respaldo de los países árabes y de buena parte de la comunidad internacional. La posibilidad de que alguna clase de acuerdo, por precario que sea, pueda detener la carnicería en la Franja desenfoca los gestos y obliga a recalibrar las estrategias internas.
No a todo el mundo, claro. Ione Belarra lamentaba ayer que la patrullera española que acompañaba a la flotilla en su travesía por el Mediterráneo no se hubiese enfrentado en solitario al Ejército israelí. La aparición de este buque militar simboliza a la perfección la consistencia de mucho de lo que ocurre entre nosotros con Gaza como pretexto. Hemos visto cómo el Gobierno ponía solemnemente al Ejército a proteger a los activistas hasta el lugar exacto donde comenzaba el peligro para ellos. Se llama 'Furor', además, la patrullera. ¿Quién está poniendo los nombres en la Armada?
San Sebastián
Ciclos municipales
Este jueves el alcalde de San Sebastián anunció que lo deja. En quince días, tras el Debate del Estado de la Ciudad. «¿Pero qué problema personal, qué golpe del destino le obliga a tomar una decisión así?», pensará usted. Nada de eso. Eneko Goia explica que lo deja porque cree «en los ciclos» y lleva diez años. «Siempre he pensado que tenían que ser diez años». En lo que no debió de pensar Goia fue en avisárselo a los ciudadanos en las municipales de 2023: «Votadme a mí, que lo voy a dejar en dos años porque creo en los ciclos y ya veremos luego a quién ponemos de alcalde a mitad de mandato». Como el PNV es un partido horizontal sometido a procesos internos tasados y participativos de tradición centenaria, cinco minutos después de la espantada de Goia ya se sabía que su sustituto, y el aspirante a la Alcaldía en 2027, es Jon Insausti. Ahí tienen un intento por lanzar propulsado a un candidato. Uno tan aparatoso, tan llamativo, que hace pensar al instante en cómo estará luciendo Bildu en las encuestas para obligar al PNV a un movimiento que, entre otras cosas, interpela al instante al alcalde de Bilbao, la capital en la que sí ganan cómodamente las elecciones. Diez años lleva Aburto en la Alcaldía. Igualito que Goia. El mismo ciclo.
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