Fuegos rituales
Isabel Pantoja, Bertín Osborne y Arda Turan entran en la lista de grandes morosos de Hacienda
Entre las llamas de las hogueras de San Juan y el fuego veloz de los toros en Estafeta, el verano español añade otro espectáculo calcinante. ... Lo auspicia la Agencia Tributaria y se anuncia como la quema pública del gran moroso, aunque el que termina en la hoguera sea más bien el moroso grande, de buen tamaño, pero sobre todo famoso. Sucede porque, en términos de impacto, no es lo mismo escarmentar a entes abstractos como Leviatán Resorts S.L. o Explotaciones Hiroshima S.A. que publicitar la deuda con Hacienda del futbolista internacional, la tonadillera legendaria o el presentador omnipresente.
Este año el futbolista es Arda Turan, la tonadillera Isabel Pantoja y el presentador Bertín Osborne. Los tres entran en la lista de quienes, al cierre del ejercicio 2024 y sin recursos de por medio, deben más de seiscientos mil euros al fisco. Continúan en la lista, pongamos por caso, Mario Conde, César Vidal y Matías Kuhn, que es aquel señor que estuvo casado con Norma Duval y a cuya figura yo siempre le otorgué una interpretación alegórica: la vida conyugal aplastando a Hulk Hogan. En la lista de grandes morosos también sigue, qué sé yo, Paz Vega. Y el curioso empresario apodado 'El Chatarrero', famoso por desarrollar una actividad sentimental extenuante y aparecer en las revistas del corazón.
Ya se ve que lo que llega cuando al escarnio se le añade un nombre famoso es la diversión. Cristóbal Montoro comenzó en 2015 a publicar la lista de morosos buscando, sin embargo, un efecto distinto: el daño reputacional «para edificación de todos y también para inspirar miedo». Las comillas no son de Montoro sino de Nicolás Aymerich, inquisidor general en el XIV. Se los distingue porque la mirada de Aymerich no causaba escalofríos. En algún momento el país se preguntó si la Administración hacía un uso prudente de los datos fiscales y respetaba la privacidad del ciudadano con una lista que a la publicidad parecía sumarle el espectáculo. El Supremo estableció que no hay problema siempre que la deuda sea firme. Diez años después sus efectos educativos y recaudatorios siguen siendo un enigma, pero la lista de grandes morosos se ha vuelto inamovible en cuanto tradición veraniega.
Reencuentro total
Ahora que ya es constitucional, puede confirmarse que la Ley de Amnistía le ha traído al país una armonía y una placidez nunca vistas. Cierto que parece haber en España un número considerable de profesores de Derecho Constitucional a punto de salir a la calle a quemar contenedores, pero eso se debe sin duda al ultraderechismo imperante en la Academia. Además, es en Cataluña donde se ha desactivado el independentismo y ha estallado la concordia. Eso explica que los socios de Junts exijan ya reunirse con el PSOE para «pasar de pantalla» y ocuparse del referéndum de autodeterminación, que es, como se sabe, lo que nunca sucederá porque no lo permite la Constitución. Llamativamente emocionado por el «reencuentro total», Puigdemont llamó ayer prevaricadores a los jueces del Supremo, cargó contra el jefe del Estado, situó a Salvador Illa con los «radicales españolistas» y resumió así la situación: «La amnistía no cierra ninguna crisis, en todo caso abre una más profunda». Para desterrar por completo esa idea loca, insostenible, ridícula, de que la amnistía ha sido en realidad una autoamnistía, el amnistiado Jordi Turull aseguró por su parte que participó personalmente en la redacción de la Ley de Amnistía.
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