Fábrica del sueño
Oscar ·
Lo mejor de la gala fueron Ryan Gosling cantando y John Cena desnudándoseEs habitual añorar los Oscar de otro tiempo, cuando las estrellas brillaban y Clark Gable ganaba el premio al mejor actor por 'Sucedió una noche' ... y pronunciaba el siguiente discurso que reproduzco en su integridad: «Gracias». El pasado no es sin embargo para tanto y basta con añorar la ceremonia de 2022, cuando Will Smith se levantó en el Dolby Theatre y, en lugar de un discurso, le dio una bofetada a Chris Rock. Recordarán que Rock acababa de hacer un chiste de índole capilar sobre Jada Pinkett, la mujer de Smith. Los segundos en los que no se supo si había sido un golpe de verdad o uno de guion fueron tal vez el último momento en que Hollywood funcionó como una fábrica de sueños. Que nadie recuerde que el Oscar a la mejor película en aquella lejana edición de hace dos años fue para un filme blandurrio llamado 'Coda' explica cómo funciona la factoría: antes que sueños, produce sueño.
Además de evitar a Will Smith, la Academia evita desde entonces cualquier riesgo. Pudimos comprobarlo el domingo en una ceremonia anodina presentada por Jimmy Kimmel, a quien ni siquiera pegaron. Él tampoco pegó a nadie, por ejemplo a uno de esos directores que se empeñan en que las películas duren tres horas. Lo mejor de la gala: Ryan Gosling cantando y John Cena desnudándose y demostrando que estamos contra la droga pero no contra los anabolizantes. Ganó 'Oppenheimer', no tuvieron suerte Berger y Bayona, el equipo de 'Godzilla' apareció con muñequitos y hubo un discurso para Gaza y otro para Ucrania. Ojalá le encargasen los guiones de la gala a Chuck Palahniuk. Uno de los mejores momentos de su última novela es una ceremonia de los Oscar en la que a «la realeza de Hollywood» tienen que meterla a golpes en el teatro porque saben que, cuando se den los premios de sonido, sonará un grito aterrador capaz de romper el edificio como una copa de champán. En otra de las novelas de Palahniuk la protagonista muere por sobredosis en el preciso instante en que su madre le dedica un Oscar. La joven va al infierno, pero en limusina, al ser del 'star system'.
11-M
Veinte años
El vigésimo aniversario del 11-M se celebró sin un acto de Estado que recordase a las víctimas de un modo unitario. Veinte años después de que Aznar y Zapatero no compareciesen juntos tras una matanza terrorista a tres días de las elecciones, Sánchez y Feijóo conmemoran la fecha trágica por separado. En el camino, la crispación se ha transformado en polarización y apenas se abre paso el consenso de que el 11-M terminó de romper las costuras del sistema. Desde entonces los partidos sustituyen a la comunidad y todo está politizado. El aniversario ha servido para recuperar lo peor de aquellos días: la gestión cínica y deshonesta del Gobierno, el oportunismo organizado del 'Pásalo', el modo en el que algunos medios pusieron su credibilidad al servicio de teorías falsas y tóxicas. El resultado fue un país obligado asombrosamente a interiorizar la culpa del crimen. Apenas quedó odio para dirigírselo a los terroristas. Veinte años después, el triunfo de la moral partidista es aplastante. Impone entre otras cosas que lo que importa nunca es lo que se hace sino quién lo hace. Y así seguimos. La teoría de la conspiración sobre los atentados de 2017 en Barcelona y Cambrils la alienta Carles Puigdemont.
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