Cuestión de confianza
La Audiencia Nacional absuelve a Ana Duato de todos los delitos fiscales en el 'caso Nummaria'
Cuando el 'caso Nummaria' sentó a Imanol Arias y Ana Duato en el banquillo, medio país pensó lo mismo: «Hizo bien Herminia muriéndose en el ... último capítulo porque este disgusto al menos se lo ahorra». Cada vez es más difícil distinguir la realidad de la ficción. Y tenía algo de argumento de 'Cuéntame' una trama de fraude fiscal con sede en un despacho de nombre medio mesopotámico y especialidad en que los clientes 'vip' pagasen impuestos 'light'. El método, hacer pasar rentas de trabajo por rentas vitalicias y aprovechar la opacidad de un entramado de sociedades con sede en el extranjero.
Cuando hace un año comenzó el juicio, Imanol Arias llegó a un acuerdo con la Fiscalía, reconociendo cinco delitos fiscales. Ana Duato, en cambio, se declaró inocente explicándole al juez que para reconocer algo tendría que mentir. La frase me pareció muy buena por el lado dramático pero quizá no tanto por el procesal. Lo que es no dar una: la Audiencia Nacional absolvió ayer a la actriz de todos los delitos, al no considerar probado que supiese que en sus declaraciones hubiese nada irregular. Duato simplemente confió en un asesor que le ofreció una opción ventajosa, dando por hecho que todo era legal. El fallo es interesante porque, exceptuando perfiles entre lo temerario y lo delincuencial, se diría que eso, confiar en el profesional al que se recurre, es lo que tiende a hacer la gente, Imanol Arias -cabe imaginar- incluido. Lo siguiente que suele hacer la gente si llegan los problemas con Hacienda es negociar bajo la presión de penas intimidantes y reconocer lo que sea para evitar mayores sufrimientos. Hay en ese proceso una cantidad asombrosa de coacción. Y últimamente el famoso que decide plantarse y pelear acaba convertido en héroe popular. Es como si todo se invirtiese, no sé, y al final defraudase el personaje. El año pasado, William Roache, el actor que lleva sesenta años interpretando a Ken Barlow, el Antonio Alcántara de 'Coronation Street', también tuvo sus problemas con Hacienda. El disgusto que debieron de llevarse tres generaciones de británicos para las que Barlow -periodista, profesor, padre complicado, viudo sucesivo, impenitente moralista de barra de pub- encarna la atribulada conciencia progresista del país.
'El vizcaíno'
El empresario Antxon Alonso Egurrola, dueño de la empresa Servinabar que brilla en medio de la trama de corrupción que tiene en vilo al país, y no se sabe hasta qué punto conexión de Santos Cerdán con Bildu y el PNV, fue ayer al Supremo y lo negó todo. Nunca ha pagado mordidas para conseguir obra pública. Y el contrato ese en el que le medio regala a Cerdán el 45% de su empresa no es un contrato sino un borrador que conserva por afán coleccionista. Puesto a negar, Alonso negó también ser el 'Guipu' o 'Guipuchi' del que se oye hablar en las grabaciones. «Yo soy de Bizkaia», le dijo el empresario al juez, abriendo tal vez la posibilidad de que nos refiramos en adelante a él como 'El vizcaíno', del mismo modo que a C. Tangana comenzamos a llamarlo 'El madrileño'. Es inevitable pensar que en el alto tribunal, acostumbrados a los más finos razonamientos deductivos, contemplarían al instante la lógica de que al empresario vizcaíno lo llamen 'Guipuchi' para despistar mediante el uso del antónimo irreconciliable. Al fin y al cabo, en sus sofisticadas comunicaciones la trama maneja la antífrasis y Koldo, que es como se sabe de tamaño imponente, llega a ser citado en ocasiones como 'El pequeñito'.
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