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EFE
Furgón de cola

Confusas avalanchas

Congreso ·

Rajoy niega que hubiese policía patriótica y 'operación Cataluña'

Compareció Mariano Rajoy en la comisión que investiga en el Congreso la policía patriótica del PP. Sin abogado y definiéndose como «un ciudadano que anda ... por la calle por cierto muy tranquilamente». Como apenas contestó a nada, aunque lo negó todo, y sepultó cada cuestión bajo confusas avalanchas perogrullescas, Ione Belarra le preguntó a Rajoy si los tomaba por tontos y el expresidente prefirió no responder por «no generar mal ambiente». Para que el ambiente fuese pésimo bastó por supuesto con que le llegase el turno a Gabriel Rufián (el diputado enciende el micrófono, suspira, calla, resopla, cierra los ojos, se recompone, saluda exhausto pero heroico y revela su pugna interior: «Me hago mayor»). El sarcasmo de Rajoy chocó con las bravatas de Rufián y el resultado fue que los diputados del PP, entre ellos Miguel Tellado y Rafael Hernando, comenzaron a hacer el jabalí. Para entonces todo daba ya vergüenza ajena. También ver cómo un expresidente del Gobierno se escudaba en la parodia de sí mismo para no responder con claridad sobre un asunto tan grave como el espionaje a rivales políticos. El lío, sin embargo, combinaba furia y fiesta. «Por favor, coño», se le oyó decir a Rajoy en un momento en el que sí consiguió sintetizar su pensamiento.

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Lo único bueno de las comisiones de investigación es que no las sigue nadie. Los partidos no las quieren para investigar sino para fabricar momentazos en un formato que queda entre la sesión de control y el debate de 'Sálvame'. Ayer, Gerardo Pisarello llegó a decirle al compareciente que dejase por favor de comparecer porque iba a hablar todo el rato él. Entonces el diputado comenzó a perorar revisando largamente las tablillas celestiales en las que están escritas todas las acciones de los hijos de la carne hasta las generaciones remotas y adelantó el veredicto del día de la terrible angustia: «Señor Rajoy, su Gobierno tendrá un lugar destacado en la historia universal de la infamia». Hubo también un portavoz del PSOE inenarrable. Y después Rafael Hernando, al tratar la comisión sobre la 'operación Cataluña', se centró ya en Ábalos, el 'Tito Berni', las putas y la coca y las comisiones en Ferraz. «¿Por qué estoy hoy aquí?», se preguntó socrático Mariano Rajoy al final de la mañana. «Porque me llamaron», se respondió.

Trump

El fin de la parodia

Trump dice haber hecho ya más que cualquier otro presidente en cuatro años. Es un clásico. En su primer mandato no tardó en asegurar que América ya era grande de nuevo. El anuncio llegó en un discurso ante el Congreso repleto de demagogia que excluyó el mínimo espíritu bipartidista. Pese a incluir la aparición de niños enfermos, fue también un discurso imparodiable. Ya no parece casual. Al día siguiente de la reunión entre Trump y Zelenski en el Despacho Oval, el 'Saturday Night Live' dedicó a lo sucedido su famosa apertura. En el 'sketch', Trump le decía a Zelenski lo de que no tenía cartas y comenzaba a enumerar las suyas, que eran todas de Pokémon. Cuando lo del traje y el respeto, aparecía Mike Myers haciendo de Elon Musk, saltando en camiseta con la motosierra de Milei. Pero, de alguna manera, el 'sketch' no conseguía ser tan descabellado y extravagante como la realidad. En la sátira no había un desplazamiento revelador. Funcionaba como una recreación realista. 'Legalizar la comedia' es uno de los lemas festivos de Musk. Sin embargo, Trump 2.0 -ahí está el vídeo que muestra Gaza como la Riviera- está neutralizando la comedia de un modo nuevo y significativo, además de extraordinariamente siniestro.

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