Comodidad variable
Inmigración ·
Junts asegura que el catalán será un requisito para obtener la residenciaSi no lo estoy entendiendo mal, los últimos mensajes gubernamentales establecen que lo de querer expulsar inmigrantes es de ultraderecha si eres de Murcia. En ... cambio, si eres de Cataluña es un desarrollo por el lado constitucional con el que sentirse «muy cómodo». La comodidad es tanta que ayer tuvo que salir el Gobierno a insistir en que la delegación a Cataluña de las competencias de inmigración no incluye el requisito del idioma para la residencia. Hace cuatro días, en lo que insistía el Gobierno era en que nunca iban a delegarse esas competencias porque era imposible hacerlo.
Para aclarar dudas sobre exigencias idiomáticas, Jordi Turull se transmutó ayer en mosso fronterizo y les fue adelantando a los inmigrantes presentes y futuros que Cataluña tiene «una identidad nacional». Cierto que Junts no gobierna en Cataluña. Imagino que eso explica por qué el Gobierno negocia con ellos las políticas catalanas. Son, por otra parte, el espacio electoral que con mayor insistencia ha gobernado Cataluña desde 1978. ¿Cómo imaginar que pudieran volverlo a hacer y que cumplan entonces precisamente las promesas para las que parecen estar confeccionándose una autopista de ocho carriles? La comodidad es, sin embargo, la respuesta. Hay que estar cómodos, mullidos, confortables.
Hace cuatro días, el mero señalamiento de algún aspecto problemático de la inmigración se hacía pasar, automáticamente y con la mayor indignación, por xenofobia. Es como una broma muy pesada que la alternativa a todos estos años mirando hacia otro lado y evitando afrontar rectamente un asunto complejo e inevitable vaya a ser dejar que se encarguen de la altura de los muros los peores oportunistas. Siempre, por supuesto, que tengan algo que ofrecer a cambio.
El informe de Ikuspegi sobre percepción de la inmigración comenzó a señalar en 2023 que había un problema con los menores no acompañados y este año establece que el 60% de los vascos limitaría el número de menas, mientras que el 52% solo permitiría la entrada en Euskadi de inmigrantes con un contrato laboral. Se me ocurren dos opciones y las dos son extrañas: una es que la mitad de los vascos sean ultraderechistas murcianos y la otra que sean comodísimos constitucionalistas catalanes.
Covid
Paredón de epidemiólogos
Ayer Castilla y León vivió un suceso extraordinario: una dimisión. Lástima que no fuese de las inexcusables. Sonia Tamames, directora de Salud Pública de la comunidad, dejó su cargo después de decir en televisión que la pandemia del covid no fue «de gran gravedad». Eso provocó un escándalo enorme y sobreactuado, también político. Como si Tamames hubiese dicho que el covid solo mató a cuatro viejos y eso fuese aprovechable. Lo que estalló fue la inconfundible competición por indignarse: vergüenza, gentuza, ni un minuto más… Sin embargo, basta con buscar el programa para ver que Tamames estuvo media hora hablando sobre vacunas y epidemias con sensatez y aparente solvencia. Su polémica frase sobre el covid requería sin duda más tino, pero no se refería a la gravedad humana de lo ocurrido sino a la epidemiológica y tenía que ver con la mortalidad y la morbilidad del virus. Tuvo incluso algo didáctico: ciudadano, pueden llegar virus de mayor letalidad que afecten a toda la población. Asombrosamente, ayer no hubo aclaraciones. La dimisión de Tamames fue un fusilamiento. Y, si su modo de expresarse fue horrible, no parece mucho mejor la catadura de los políticos que dejan caer así a su propia gente.
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