Cincuenta mil ingleses
Europa League ·
La anglofilia bilbaína superó el mayor test de resistencia de la historiaEntre los grandes eventos internacionales que de un tiempo a esta parte persiguen nuestras instituciones, las finales futbolísticas tienen algo peculiar. Su naturaleza exacta, sus ... niveles de peligro y complicación, quedan en gran medida a expensas del azar. La final de la Europa League que se disputó ayer en San Mamés habría sido otra cosa si las semifinales las hubiesen ganado, pongamos por caso, los equipos que las perdieron: el Athletic y el Bodo/Glimt noruego. Bilbao habría enloquecido entonces por sus propios medios y a la gente de Bodo, una ciudad de cincuenta mil habitantes, apenas se le habría notado. Pero a la final pasaron el Tottenham y el United y Bilbao tuvo que encajar en su rutina la locura de más de cincuenta mil ingleses desplazados de los modos más pintorescos posibles. Una cantidad enorme de gente que entiende el viaje futbolístico al extranjero como un safari testosterónico en el que beber cantidades sobrehumanas de alcohol, quitarse las camisetas y no vestir en ningún caso pantalones que no sean cortos.
«Lástima de noruegos», debieron de pensar las autoridades, especialmente las policiales, al ver cómo quedaba compuesta la final. Los hosteleros debieron de pensar lo contrario. Al final todo salió bien, aunque hubo líos puntuales y los ingleses mostraron una extraña propensión a subirse a los andamios, lo que hizo pensar en el fenómeno del 'balconing' y en Keith Richards cayéndose de un cocotero. Cuentan las crónicas que ayer a las diez de la mañana se veía en las terrazas del centro de Bilbao a aficionados del Tottenham soplando gintonics con pajita mientras afectaban una cierta sofisticación continental. Un aficionado se cargó una txalaparta, no se sabe si por torpeza o porque era de Mánchester y quería matar al DJ como Morrissey. Puede que nunca antes la supuesta anglofilia bilbaína haya sido sometida a un test de resistencia tan traumático. La mayor ofensa por el lado cultural la cometió 'The Sun' describiendo los pintxos como aperitivos que se «asemejan a un sándwich abierto». Hoy los ingleses vuelven todos a casa y es probable que los meteorólogos detecten con sus satélites un fenómeno inaudito: el desplazamiento de una enorme y turbulenta resaca desde el Cantábrico hacia las islas británicas.
Gobierno vasco
Dudas y desconfianza
El Gobierno de coalición entre PNV y PSOE no tiene un año pero ya tiene a uno de los socios dudando en público de que el otro quiera seguir gobernando con él. «Nos surgen dudas y desconfianza», ha dicho Eneko Andueza, que se quedó fuera del Ejecutivo para ejercer la magia de la bicefalia. Los motivos del choque tienen que ver ahora con algo de tanto peso político como la inmigración, pero antes el PSE no escondió el desencuentro en asuntos como el trazado del TAV o la Ley de Universidades. Ayer Aitor Esteban, que ejerce la bicefalia original, la milenaria, negó que no quieran mantener la coalición y relacionó las declaraciones de Andueza con el nerviosismo: un clásico del despeje ofensivo. Mientras tanto, el lío que no cesa permitió a Arnaldo Otegi lamentarse en plan estadista: «¿En qué está de acuerdo este Gobierno?» Lo que sucede es significativo. Las coaliciones no suelen empeñarse en exhibir sus grietas cuando queda mucho para las elecciones. Y el Gobierno vasco es con frecuencia puesto en Madrid como ejemplo de estabilidad. Pocas cosas pueden extenuar más al ciudadano que un Gobierno que reproduzca la dinámica de la confrontación gestual y declarativa en lugar de centrarse en gobernar.
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