
Banderas rojas
1 de mayo ·
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1 de mayo ·
El Día del Trabajo saca a la calle al ministro y al bolcheviqueEl Primero de Mayo es en Madrid una sucesión de canutazos en la que los ministros eclipsan a los líderes sindicales, aunque no sea siempre ... fácil distinguirlos. Las manifestaciones no atrajeron este año a mucha gente. Los sindicatos llamaron a movilizarse contra la internacionalización del fascismo y por la reducción de la jornada laboral. A pie de pancarta, la ministra de Trabajo aseguró que el de ayer fue «el último Primero de Mayo en el que tengamos una jornada laboral máxima de cuarenta horas». El apagón impidió que la medida llegase esta semana al Consejo de Ministros, pero lo hará la próxima. Y después al Congreso, sede de la soberanía nacional y del veto nacionalista de Junts. Imagino que la vicepresidenta dijo ayer algo al respecto, pero no pude escucharlo porque me quedé dándole vueltas a otra cosa: entre los quinientos millones de hispanohablantes, quizá solo Yolanda Díaz sea capaz de improvisar una frase en la que 'último' adjetiva a 'primero'.
El Primero de Mayo era tradicionalmente en el País Vasco una escenificación de la división sindical. También es casualidad que este año las centrales coincidiesen todas en exigir un salario mínimo autonómico y el espectáculo fuese otro: la irrupción en la Gran Vía bilbaína de las banderas rojas de EHKS, falange audaz, consciente y fiera que desfila con un número asombroso de gente joven y con gran ortodoxia revolucionaria. También sin ikurriñas porque la única bandera de los trabajadores es la bandera roja. De verdad que sigue siendo difícil de creer: lo que la satisfechísima sociedad vasca parece haber generado como novedad en el tiempo nuevo es un movimiento de veinteañeros crecientemente organizados que aboga por la revolución socialista mundial y, en términos de revisionismo pequeñoburgués, no distingue a Arnaldo Otegi de Cristina Almeida. La uniformidad simbólica de EHKS, eso sí, no fue ayer completa. Al jugarse la semifinal de la Europa League en San Mamés, se vieron entre los severos manifestantes camisetas del Athletic. Imagino que a quienes las vestían se les recordó tras la marcha lo que sobre los clubes burgueses pensaba el camarada (y gran nudista) Podvoisky cuando organizó la Sportintern o Internacional Deportiva Roja y en ningún caso rojiblanca.
UE
La Unión Europea lanza un aviso a los países miembros sobre el «papel vital» de la vacunación para evitar que vuelvan a causar problemas enfermedades prácticamente eliminadas como el sarampión. Es un aviso urgente. Y no debería ser difícil de entender: un bebé enfermo de sarampión es uno de los lujos más incomprensibles que una sociedad avanzada puede permitirse. Sin embargo, a los países les cuesta cada vez más proteger con la triple vírica al 95% de la población. Son los niveles que garantizan la inmunidad colectiva.
Los expertos advierten de que el problema se agrava porque la desprotección se está concentrando en grupos concretos de población, lo que puede favorecer el desarrollo de brotes. Metidos en lujos sencillamente disparatados, hace unos meses se detectó el virus de la polio en las aguas residuales de una decena de ciudades europeas. Barcelona estaba entre ellas. Una de las cosas que los antivacunas podrían algún día intentar explicar es por qué de pronto en nuestras sociedades desapareció una enfermedad tan terrible como la poliomelitis. No parece probable que lo hiciese por los mismos motivos por los que desaparecieron los cardados altísimos y los pantalones de campana.
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