
Avenida Marceau 11
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PP y PNV rompen puentes a causa del palacete recuperado por los nacionalistasDiré la verdad: cada vez que escucho la dirección del palacete parisino recuperado por el PNV, pienso en Marcel Marceau. Con su camiseta de rayas ... y su cara blanca, con su flor en el sombrero. Y me siento triste al tener que pensar a continuación en Miguel Tellado. Fallo mío. La avenida donde el PNV vuelve a ser propietario tras visitar veloz el registro a espaldas del Legislativo no está dedicada al mimo -sería en tal caso una calle cuya situación debería ser indicada siempre con las señas más poéticas y expresivas-, sino al general al que el mimo le mimetizó el apellido: François Séverin Marceau-Desgraviers. Un héroe romántico. Murió joven en el campo de batalla. Sus enemigos le rindieron honores. Byron saca su tumba en el 'Childe Harold'. No voy a poder seguir con la belleza mucho rato: ayer el lehendakari acusó al PP de derivar hacia posiciones extremistas y de atacar la dignidad de José Antonio Aguirre y del Gobierno vasco en el exilio.
Todo por el palacete, que ha adquirido un protagonismo perverso en la política nacional. No ayuda que el traspaso, incuestionable según el PNV, se haya resuelto encajándolo en un cuestionable decreto sobre «medidas urgentes en materia económica, tributaria, de transporte y de Seguridad Social». En el PP hablan de financiación ilegal. Antes, Aitor Esteban llamó al PP neofascista. El enfrentamiento es total. Los puentes, que estaban medio rotos, se han roto del todo. Como si Feijóo hubiese decidido que a La Moncloa se llega sumando con Vox y al tiempo debilitando al máximo a Vox. Pero nuestra política es un serial. Un teatrillo. Y de pronto Bildu rechaza la reforma fiscal en Gipuzkoa y Álava. Así que, para que el PNV apruebe el proyecto en esas diputaciones y el país tenga homogeneidad fiscal, la colaboración del PP se vuelve bastante imprescindible. ¿Cómo solucionarlo? ¿Qué pasará ahora? París puede ser la causa y la solución del problema. Déjenme soñar. La Torre Eiffel queda cerca de la Avenida Marceau (en mi cabeza el mimo pestañea y ofrece una flor) y no hay corazón que no se conmueva en esa cima a la luz de la luna. «Es medianoche, Mikeltxo», podría decirle Esteban a Tellado (estoy triste) recordando 'Ninotchka' y señalando la ciudad con los folios de la reforma fiscal vasca. «Medio París le está haciendo el amor al otro medio».
Belorado
Hay algo asombroso en las monjas de Belorado: su capacidad de meterse en líos. De hacerlo por todo lo alto y por todo lo bajo, mezclando la máxima sofisticación doctrinal con la mínima vergüenza delictiva. Quizá recuerden que al comienzo del culebrón inmobiliario declararon al Papa «hereje en la categoría ingente, infame, impía y pérfida». Y ahora parece que a una hermana fallecida no la tenían declarada difunta a efectos de seguir cobrando la pensión. Lo ha descubierto el obispo Iceta, encargado por Roma de poner en orden esas cuentas. El portavoz del convento asegura que es un error administrativo y niega la estafa argumentando de un modo inmejorable en términos de entidades omniscientes, omnipresentes y omnipotentes: «¿Pero cómo vas a engañar a la Seguridad Social?». Como hace no mucho las monjas de Belorado ya le contaban al 'New York Times' que en el monasterio de Derio hacía falta un exorcista, yo me defendería atribuyéndole al Maligno todos los actos irregulares que pudiesen darse en Belorado. Otra opción es explicarle al funcionario de la Seguridad Social que la hermana y perceptora fallecida se aparece con tanta frecuencia y nitidez que la verdad, merece seguir recibiendo una pensión contributiva.
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