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Gustavo Petro se planta heroicamente ante Trump durante un rato muy cortoLa política internacional de Trump 2.0 ya queda clara: sumisión o arancel. Se parece mucho a una extorsión. Canadá y México llevan experimentándola desde hace semanas y los países de la OTAN están recibiendo el mensaje: 5% del PIB invertido en defensa o aranceles. ... España está a la cola en gasto militar entre los aliados y ayer Mark Rutte se lo recordó a Pedro Sánchez. Es probable que nuestro presidente le respondiese que no hay problema porque es justo un poco de gasto militar lo que necesita su Gobierno para reforzar el compromiso de socios marcadamente atlantistas como Ione Belarra.
Trump concentra su energía inicial en mostrarse capaz de respaldar con hechos las bravatas. Esta vez sí. De entre todas las respuestas posibles, ninguna tan ambiciosa como la de Gustavo Petro, que en lugar de reaccionar activando sofisticados mecanismos diplomáticos y comerciales apostó por la opción heroica: ponerse a desvariar en Twitter de un modo que asustase incluso a Trump.
Sucedió este fin de semana a cuenta de la devolución a Estados Unidos de dos aviones con colombianos deportados y de la consiguiente amenaza de aranceles. En un mensaje en redes que yo he mandado enmarcar, el presidente de Colombia acusó a Trump de querer matarle, le aseguró que iba a plantarle cara, le aceptó un whisky pese a la gastritis, le recordó que la sangre de los colombianos es la sangre del califato de Córdoba y se presentó como el último de los coroneles Buendía de 'Cien años de soledad'. En plan figuras de autoridad, Petro citó a Salvador Allende, Paul Simon, Sacco y Vanzetti, Lincoln y a un tal Miller que yo imagino será Arthur, por el izquierdismo, pero podría ser Henry, por el whisky, e incluso Reggie, el escolta de Indiana, por lo de tirarse semejante triplazo. Por hacerlo, además, mientras su pobre ministro de Exteriores negociaba con Estados Unidos aceptar los deportados que hiciesen falta y dejar los aranceles quietos. Volviendo al mensaje de guerra de Petro, su extensión era torrencial y su sintaxis delirante. El mesianismo asustaba y la cursilería espantaba, pero lo que de verdad daba pavor era el uso arbitrario de las tildes. En su vorágine tuitera, el presidente de Colombia llegaba a escribir 'Colombía', como poniendo su propio país en pretérito imperfecto.
CNIO
El sótano lleno de nazis es un clásico en los peores descensos al subsuelo retórico. En el último año ha habido golpes para entrar en él y alcanzar conclusiones tan paralizantes como la que sostiene sin el mínimo temblor que los judíos son los nazis de nuestro tiempo. A veces lo que asombra no es tanto la indignidad como la oportunidad. María Blasco, por ejemplo, ha enviado una carta al patronato del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas definiendo las noticias sobre su gestión en el CNIO como una campaña de deshumanización equiparable a la sufrida por los judíos durante el nazismo. Poner a circular algo así justo cuando se conmemora el ochenta aniversario de la liberación de Auschwitz es de una audacia inigualable. ¿Cuál sería el judío al que en la rampa de selección lo que le quitaron fue la dirección de una institución pública de prestigio? Desde hace un tiempo, toda noticia es un bulo, todo interrogante una campaña y toda denuncia una agresión. Que no digo yo que no haya que defender el derecho al honor y la presunción de inocencia. Pero para funcionar como una sociedad abierta convendría encontrar también un término medio entre la rendición de cuentas y la 'solución final'.
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