Aliados mortales

Europa endurece las condiciones de asilo, mientras Estados Unidos redobla los ataques a la Unión

La apertura de fronteras es uno de los elementos que impulsan el «suicidio civilizatorio» al que, según la Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense, se dirige ... Europa. También la burocracia y la falta de libertad de expresión, que son cosas que, como se sabe, terminan con cualquier civilización milenaria. El exceso de aire acondicionado también es mucho de hacer caer imperios.

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Pero volvamos a lo de las fronteras. Avanzando en la dirección identitaria y escatológica que J.D. Vance indicó en su famoso discurso de Múnich, Estados Unidos incorpora a su estrategia internacional la idea de que Europa dejará de ser Occidente en dos décadas. La causa es la inmigración y hay que recordar que Estados Unidos es el país que ha estado un siglo explicándonos a los demás, entre redobles, lo del crisol de culturas. La UE es por su parte una organización naíf y blandengue que va a establecer centros de detención de migrantes en terceros países considerados seguros. Se trata de agilizar las deportaciones de las personas cuyas solicitudes de asilo sean rechazadas. Los ministros de Interior de los Veintisiete lo aprobaron ayer y la iniciativa pasa a la Eurocámara, donde parece darse una llamativa paradoja: los partidos autodenominados patriotas sufren una enorme persecución mientras hacen valer con éxito creciente su influencia.

Desde Estados Unidos se señala a estos partidos como la única esperanza para el continente en términos civilizatorios. Es algo que mueve a risa cuando recuerdas la peculiar naturaleza de los líderes de esos partidos. La pregunta llega después sola: ¿aquí dónde está el negocio? La respuesta parece tener que ver por lo pronto con los oligarcas tecnológicos. Elon Musk ha llamado este fin de semana a abolir la Unión Europea tras recibir Twitter, o sea X, una multa millonaria por el diseño engañoso de la marca de verificación de cuentas. Al instante gente como Orbán, Wilders y Salvini salieron en defensa de Musk. También lo hizo el Kremlin, institución que, otra cosa no, pero se toma muy a pecho la libertad de expresión. «Vete a Marte, no hay censura de saludos nazis allí», le dijo ayer a Musk el ministro de Exteriores polaco, salvando la honrilla de Europa como civilización.

Cultura sísmica

Ayer un terremoto de una magnitud de 4 grados sacudió el centro de Álava. Fue el terremoto más intenso en el País Vasco desde que se tienen registros. La verdad es que, al conocer la noticia, resultó inevitable dirigirse al suelo y señalarlo con el dedo en términos escandalizados: «¿Pero desde cuándo tenemos aquí placas tectónicas problemáticas?» Los sismólogos explican que lo ocurrido se debe en realidad al desplazamiento de una falla y tiene que ver con una liberación de energía cuyas características explican que todo quedase en un susto y no se originasen daños. Otra cosa que dijeron ayer los sismólogos es que en el País Vasco no tenemos «cultura sísmica». Hace poco, con lo del desplome de la vida nocturna y el cierre de discotecas, se nos dijo que lo que no teníamos era «cultura de club». Nuestras carencias culturales ya se ve que son enormes. El terremoto de ayer tuvo lugar a medianoche y sacó a gente en pijama a la calle. El episodio nos recordó lo enormemente conveniente que es que el suelo se esté quieto bajo nuestros pies. También nos recordó que, siempre que no ocasionen destrozos y desgracias, los terremotos hasta merecen la pena por la ilusión que les hacen a los sismólogos.

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