EFE
Furgón de cola

Aizkolari ministerial

España ·

Detienen al asistente de Ábalos por un caso de corrupción y mascarillas

Hubo un tiempo mejor en que José Luis Ábalos era ministro de Transportes y a su lado estaba siempre Koldo García, asistente y factótum, escolta, ... chófer, sombra tutelar. Era imposible no reparar en él. Tan calvo y gigante, parecía un villano de James Bond. Y en consecuencia el ministro parecía constantemente a punto de ser eliminado. Luego ya entendimos mejor lo que ocurría. Todo héroe español elige para sus aventuras a un camarada enorme, feroz, alegre y hedonista. El Capitán Trueno tenía a Goliath y el Jabato a Taurus. Curro Jiménez tenía a El Algarrobo. Que el ministro Ábalos tuviese a Koldo y fuese en aquel tiempo -el de la urna en Ferraz y Delcy en Barajas- él mismo el Goliath de Pedro Sánchez enriquecía la situación de un modo muy didáctico y cervantino.

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Ayer la Guardia Civil detuvo a Koldo dentro de una operación relacionada con la compra de mascarillas en la primera hora de la pandemia, o sea, cuando la gente moría a discreción y los comisionistas salían de la fosa séptica para hacer negocio. La investigación comenzó con una denuncia del PP de Madrid impulsada por un noble sentimiento: vengarse del PSOE por lo del hermano de Ayuso. A Ábalos la noticia de la detención de Koldo le pilló en el Congreso y, cuando le preguntaron si seguía teniendo relación con su asistente, dijo algo desolador: «Con el tiempo la vas perdiendo…». Ojalá hubiese proclamado que Koldo es su hermano. Y ojalá el exministro estuviese ahora mismo volando con dinamita los muros de la comisaría y ofreciéndole sonriente a su amigo un caballo fresco y un horizonte de libertad al otro lado del Río Grande. Lo digo porque, si la sospecha a tan poca distancia del Gobierno preocupa, ver morir una amistad como la suya sencillamente destruye. Ayer Ábalos se reconoció «estupefacto» y dijo que le parecía que Koldo llevaba «una vida normalita». En eso tiene razón. Quién no ha sido alguna vez aizkolari, portero de burdel, consejero de Renfe o encargado de pagar en metálico los gastos en champán y masajes que genera inevitablemente el viaje de un ministro a una crisis humanitaria.

Tractores

Abejas y despachos

Los tractores desfilaron ayer por Madrid mientras parece que el Gobierno y las principales asociaciones del sector agroalimentario avanzan en las negociaciones. Si en las calles hubo algo de lío, en los despachos debería acelerarse el entendimiento. Se trata de atajar la crisis en el campo y se diría que ese objetivo concita un respaldo amplio y transversal. Hasta la reina baja la ventanilla y saluda a los tractores. Arriesgarse a que esa energía termine en manos de elementos con otra agenda parece arriesgado. Lo digo porque en Polonia preocupan las proclamas prorrusas entre los agricultores y en Extremadura tenemos a un líder del sector amenazando con soltarles abejas a los antidisturbios. El mayor susto se vivió en cualquier caso ayer en el Congreso, cuando Javier de Andrés le preguntó a Luis Planas por las medidas del Gobierno para proteger al campo de la competencia desleal y al ministro le dio un pequeño mareo. Después explicó que estaba bien, aunque con sobreactividad. «Lo mío como parlamentario de la oposición es de verdad extraordinario», debió de pensar Javier de Andrés al ver que el ministro intentaba responderle y se tenía que sentar. «Lo he matado».

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