Afinidades defensivas
España ·
El gasto en defensa llega a los grupos parlamentarios pero no al ParlamentoLa ronda del presidente del Congreso con los grupos parlamentarios para informarles del aumento de gasto en defensa fue un éxito. La mayoría de los ... portavoces parlamentarios salió diciendo que no les habían dado información y sospechando que se quería evitar el Parlamento. La imagen de la mañana fue ver a Pedro Sánchez y a Feijóo hablando como si la relación entre el Gobierno y la oposición fuese en nuestro país, no ya razonable y provechosa, sino mínimamente funcional. La imagen de la década fue en cambio ver a Mertxe Aizpurua entrando en Moncloa para hablar de armas y explosivos sin que reaccionasen alarmadas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Ione Belarra acudió al encuentro con una camiseta de 'No a la guerra' porque también hay que pensar en los votantes que estén saliendo ahora mismo de una lobotomía. Aitor Esteban lo hizo recordando que la situación es grave y no puede hacerse con ella política interna para recordar a continuación que el miércoles en Bruselas Bildu votó junto a Vox contra el plan de rearme europeo. También votaron en contra Sumar y Podemos, que, siguiendo con las afinidades electivas, es el partido con el que el PNV va a reformar la fiscalidad vasca. Curiosamente, de los grupos que tienen el alma pacifista y algo rusa, ayer solo se excluyó a Vox de La Moncloa, ese lugar que no es la sede de ningún partido y en el que las faltas de institucionalidad deberían cometerlas siempre los demás.
«Nadie mejor que nosotros mismos para cuidar de nosotros mismos», le dijo Pedro Sánchez a la ciudadanía tras la ronda con los partidos. Al fin una frase bien escrita. Nunca suena tan bien el presidente como cuando ocupa su cargo y se abstiene de hacerle la oposición a la oposición. Cierto que no tardó en equilibrar la grandeza con el llamamiento a las 'startups' para hacer del rearme algo parecido a la transición energética. Cuando la prensa le preguntó por los apoyos con los que cuenta para responder a la situación internacional que él mismo estaba describiendo rectamente, a Sánchez el discurso se le complicó. No es fácil restarle importancia al Parlamento y a las mayorías si le estás asegurando al país que lo que está en juego es la paz, la seguridad y el orden multilateral como lo conocemos tras la Segunda Guerra Mundial.
EE UU
Champán de Minnesota
El alcohol está teniendo un extraño protagonismo en el desbarajuste mundial que atravesamos, pero no del modo previsible. Una de las cosas que tienen en común Putin y Trump es que son abstemios. Lo que está ocurriendo es que el preámbulo de la guerra arancelaria ha escogido como símbolo las botellas de licor de alta graduación. Los canadienses se impusieron en los escarceos iniciales de la guerra del lineal cambiando el bourbon de sus vecinos por el whisky local y subiendo fotos a Internet. Ahora el gravamen de la Unión Europea al whisky estadounidense (50%) ha obtenido la respuesta de la Casa Blanca: un arancel del 200% a los vinos y champanes europeos. Esta guerra arancelaria es la definición exacta de la estupidez en términos arrogantes y suicidas. Satisface a los aprendices de brujo mientras les complica seriamente la vida a los empresarios y a los ciudadanos. El sector del vino en países como España advierte de que el arancel de Trump es para ellos la expulsión del mercado estadounidense. Son palabras mayores y de poco sirve el consuelo de imaginar a los lobos de Wall Street y a los tiburones de la Trump Tower brindando en la cima del mundo con sofisticado champán de Minnesota.
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