Ahora o nunca
Los que tenemos ya unos años hemos afrontado una crisis cada cierto tiempo y, hasta ahora, siempre hemos salido adelante. Escribo estas notas desde el convencimiento de que esta vez también la superaremos.
Hace unos meses se debatía si la desaceleración nos llevaría a una crisis y oíamos hablar de un problema sanitario en China. Sin habernos enterado, un nuevo virus nos ha invadido, se ha convertido en una pandemia global y ha paralizado la actividad económica. Tras afectar primero a la oferta por rupturas en la cadena de suministro y por el cierre de actividades, ahora el mayor problema es la falta de demanda y sus consecuencias.
Las cifras son ya espectaculares y todavía se desconoce hasta qué punto puede llegar la devastación, ya que el virus, su comportamiento y los remedios son todavía desconocidos y vamos a tener que convivir con él con la mayor liviandad posible, pero con el máximo cuidado. Hay que evitar pasos atrás y tener que sufrir recaídas en el aspecto económico, pero, sobre todo, nuevos efectos en la salud y en la vida de las personas, y no tener que volver a pasar situaciones apocalípticas, pese al épico comportamiento, entre otros, del personal sanitario.
La crisis es global pero el impacto ha dependido del grado de anticipación tomando medidas y del nivel de medios con los que se ha contado para enfrentar la situación sanitaria. Habrá tiempo para hacer una sana crítica a lo acontecido, pero tras el duro golpe sufrido, urge actuar considerando estratégicas actividades que, visto lo visto, no pueden dejarse en manos de terceros, a menudo oportunistas y especuladores. Además, ello permitiría desarrollar industria y puestos de trabajo.
Un problema global necesita soluciones globales, pero la pugna chino-americana por el liderazgo mundial nos traerá también en este asunto nuevos episodios impredecibles. Es el momento de Europa que, en lugar de dejarse arrastrar por decisiones de otros, debe unirse y asumir el papel que le corresponde en el mundo. Para ello, se necesitan líderes que entusiasmen con objetivos comunes y que reduzcan los egoísmos, a veces hasta entendibles, porque las consecuencias de una ruptura no serían nada buenas, ni siquiera para los mejor posicionados. Es el momento de que el Norte ayude al Sur y no va a ser suficiente sólo prestar.
Pero no sólo Europa, también más cerca hace falta que la política se centre en encarar los verdaderos y mayores problemas que tenemos. Para ello son necesarios consensos de país, aparcando temas ahora secundarios. Y no sólo la política, todos debemos de ser conscientes de que nos hemos empobrecido y que debemos de soportar entre todos el esfuerzo necesario. Es fundamental la reactivación de la demanda y la recuperación de la actividad, y soportar de una manera justa esa transición de las personas y las empresas más castigadas y desarrollar más industria de futuro, con más I+D, más digitalización y más internacionalización. Una nueva industria soportada en una transición ecológica sin asfixias y en un modelo de empresa enfocado realmente en los ODSs y sobre todo basado en la cooperación. Hace falta liderazgo, mucho pragmatismo y máxima colaboración. Ahora o nunca. Si lo sabemos hacer, motivos no nos faltan.