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No hay que descartar nada porque no sabemos a qué carta tendremos que quedarnos mientras Trump cumple un año en la Casa Blanca. Quienes le llevaron al poder son los mismos que reprueban su gestión al mismo tiempo que le seguirían votando. La inteligencia política mundial sigue sin darnos el nombre exacto de las cosas, pero hay que seguir buscando porque en algún sitio tiene que estar. La brecha abierta entre el PP y Ciudadanos es lo que ahora nos preocupa, ya que lo pequeño nuestro es lo más grande y la batalla va a ser larga por las dos puntas. Los intereses de ambos partidos sólo coinciden en lo que difieren y la fractura del bipartidismo ha convertido el tablero en un puzle donde los dos contendientes aspiran a tener razón, cuando lo razonable sería unificar los objetivos. ¿Quién se puede llevar el gato al agua antes de que se convierta en un tigre y tenga exactamente el mismo tamaño del odio? La pregunta es tan indiscreta como la respuesta, pero hace más ruido.

Quienes nos tenemos autoprohibido el aburrimiento hemos aprendido a bostezar con la boca cerrada, pero entran moscas y el mosqueo es contagioso. El llamado ‘procés’ ha implicado a medio mundo y hay quien cree que la inacción de Rajoy no le va servir esta vez, pero descansar también cansa cuando no se tiene sueño. Hay que poner orden en la casa y la Fiscalía ha anunciado que pedirá a un juez que reactive la orden europea de arresto de Puigdemont. El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ha remarcado el estrechísimo marcaje al que está sometido el ex president, que es al mismo tiempo aspirante y prófugo. Dos cosas perfectamente compatibles, pero el Supremo prefiere pedir su detención cuando las investigaciones vayan más avanzadas. Nunca es tarde si la pena de cárcel es buena, porque evita otras.

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