Un minuto para el fin
Furgón de cola ·
Comienza la Cumbre del Clima, pero el futuro de la Humanidad sigue en manos de James BondHa comenzado la Cumbre del Clima en Glasgow y el anfitrión, Boris Johnson, está tan sobreactuado en su nuevo papel de líder ambientalista que parece ... a punto de someterse frente a las cámaras a un ritual como el de Richard Harris en 'Un hombre llamado caballo' para disculparse con el planeta. En su discurso de bienvenida, el primer ministro británico hizo algo que nunca creímos llegar a ver: advertirle a la Humanidad de la inminencia del Apocalipsis utilizando como argumento de autoridad a James Bond. La idea general es que el reloj del fin del mundo está a un minuto de la medianoche y que los líderes internacionales son 007 y deben desactivarlo. «La tragedia es que esto no es una película», remató Johnson. Puede que alguno de los presentes le corrigiese mentalmente: «La tragedia es que tú no seas una película». De un modo significativo, fue Rebecca Newsom, responsable del departamento de Política de Greenpeace en Reino Unido, la que valoró el discurso del 'premier' con parsimonia inglesa: «Esperamos que los líderes mundiales escuchen las advertencias de Johnson y también que el propio Johnson se escuche a sí mismo».
Cómo estarán los ánimos en Glasgow que el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que estamos «cavando nuestra propia tumba» al tratar la naturaleza «como un váter». Lo que le tiene que costar a un portugués hablar en ese tono, no sé, como si fuese español. Pero es que de pronto ese es el tono institucional. Los responsables claman responsabilidad mientras lanzan vaticinios funestos. Como el énfasis y el drama se contagian, el arzobispo de Canterbury dijo ayer que los mandatarios serán «maldecidos» si no llegan a acuerdos y que su fracaso será mayor que el de los líderes que en los años treinta ignoraron el peligro nazi. Luego tuvo que disculparse. Se vino arriba. Va a ser interesante ver cómo en Glasgow, tras la trompetería oficial apocalíptica, se alcanzan soluciones insuficientes. Y cómo los líderes regresan a sus países para esquivar cualquier decisión que, aunque salve a la Humanidad, les complique su futuro electoral. Ese descenso, en realidad, va a ser un espectáculo. Si hay algo que no admite la exageración es el fin del mundo. Al final tendrá que salir Greta Thunberg a pedir calma.
Difuntos
Las tradiciones
El país abandonó las medievales danzas de la muerte y empezó a liarse con el día de difuntos. De ahí lo del Tenorio, que será una obra con espectros, pero transcurre más bien en carnaval. Después triunfó Halloween y eso fue raro. Ahora llega la influencia mexicana, con los altares y las catrinas. Es muy buena noticia. Porque necesitamos ayuda. Ayer fue Todos los Santos y el PP sacó un vídeo cursi, satinado, de agencia de publicidad, y forzó el recuerdo simultáneo de las víctimas del covid y las del terrorismo, que ya me contarán que tienen que ver. Por su parte, la ministra Robles grabó un vídeo medio 'Dogma' -tenía unas macetas y unos botes detrás, quizá estaba en un piso de estudiantes- para recordar a los militares caídos y asegurar que nos siguen protegiendo «allá donde estén, seguro que en un sitio mejor». Ojalá triunfe pronto la escuela mexicana y lleguen estas cosas al menos con tequila. Adelante, mi mariachi.
País Vasco
Temporales
La temporalidad es uno de los desastres endémicos de nuestro mercado laboral, algo que espanta recurrentemente a Bruselas y una de las cosas que debe aspirar a solucionar la famosa contrarreforma laboral, así sea calviñista o yolandista. Uno de los aspectos curiosos del problema es que el sector público da ejemplo, pero para mal. En el País Vasco, de un modo espectacular. Atención a los datos: la temporalidad en el empleo público alcanza tras la pandemia y el regreso a las bolsas de trabajo un récord del 42,3%. Dobla a la del sector privado.
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