Miles de maestros
Furgón de cola ·
La Comunidad junta a los profesores de Madrid para hacerles pruebas serólogicasQue los profesores madrileños iban a ser sometidos a una prueba serológica antes del comienzo de curso era algo que sabíamos por una circunstancia peculiar: ... con gran frecuencia, los asuntos locales de la capital invaden la esfera nacional impulsados por las corrientes subterráneas de la peor politiquería.
Lo que no sabíamos, cómo imaginarlo, es que a la Comunidad de Madrid iba a ocurrírsele citar a los profesores de golpe y al unísono, como si en lugar de a una prueba médica se les convocase a un fiestón, el Día del Docente, el festival Profesorama. Sucedió ayer. El resultado, miles de maestros bajo el sol, agolpados a las puertas de un instituto. Justo la clase de aglomeración humana que llevamos meses identificando como una temeridad. Que los allí reunidos fuesen profesores lo empeora todo, ya que un maestro es alguien al que por razones obvias conviene mantener lejos del virus. Y que los profesores estuviesen indignados lo empeora todo aún más. La furia es la feria del aerosol y la gotícula: favorece las charletas y los gritos. Pasó ayer. «¡Vámonos, vámonos!», coreaban los docentes madrileños.
Sí, bueno, irnos queremos todos. ¿A dónde? No lo sé, pero cuando oí lo de esos agujeros negros que han chocado abollando un poco el espacio-tiempo, me sonó bien por el lado turístico. «Un billete, solo ida, ventanilla, vagón silencio», tuve ganas de pedirles a los astrofísicos. Hasta que me di cuenta de que no conozco ninguno. Así que volví sobre lo de Madrid. Resumiendo: para demostrar que tienen el inicio del curso controladísimo y va a ser todo muy seguro, el Gobierno de la Comunidad anuncia que incluso va a hacerles un test serológico a la totalidad de los profesores. Y a continuación demuestra que ni por asomo son capaces de hacer esos test de un modo controlado y seguro.
El episodio es sintomático y nada tranquilizador. Que sirva para avivar la peor politiquería en lugar de para concentrar la energía, de un modo desesperado ya, en la preparación de unos planes educativos que deberían llevar meses listos induce a la melancolía. Y hace pensar en las galaxias lejanas como un lugar mejor. Allí, al menos, nos olvidaríamos de que el Gobierno central y el de Madrid se tienen el uno al otro como única escapatoria posible.
HBO
El cartel
Lo de 'Patria' es llamativo. Hay gente a la que el cartel de HBO no parece haberle disgustado sino defraudado. Mucho. Como si dos fotos de ficción pudiesen quitarles la razón. De ahí la indignación. Si se fijan, 'Patria' pesa como un texto sagrado. Parece que Fernando Aramburu no escribió una novela de éxito sino que bajó del Gorbea con las tablas que contienen la verdad sobre cincuenta años de terrorismo. Pensar así es absurdo. Y perezoso. Al igual que en el resto de literatura sobre ETA (desde Saizarbitoria a Gabriela Ybarra), en 'Patria' no aguarda un veredicto sino un intento de verdad literaria. Confundir ambas cosas facilita el ridículo. ¿Si la imagen de la tortura ocupase un 20% del cartel todo estaría bien? Por lo demás, concatenar la discrepancia y el boicot es un instinto funesto. Apetece mucho vivir en una sociedad que organiza sus debates poniéndose a gritar a partir de las portadas de los libros y las películas.
Gobierno
Abril bis
Pablo Iglesias salió ayer a corregir a María Jesús Montero. Según el vicepresidente, los padres de niños que deban pasar una cuarentena sin PCR positiva podrán acogerse a una baja remunerada para cuidarlos. Dejando a un lado que Iglesias llegase a entender a la portavoz gubernamental y sus casuísticas, el episodio genera la inconfundible sensación de regresar a lo vivido. El Gobierno diciendo una cosa y su contraria sobre una medida concreta en horas. ¿Lo notan? Es como volver a abril, solo que con fútbol y pudiendo, por ahora, salir de casa.
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