Por una memoria inclusiva
Lo primero que me viene a la mente en el décimo aniversario del final de ETA es el recuerdo de todas las víctimas que padecieron ... su violencia. A todas ellas, mi cariño desde estas líneas. No ha pasado mucho tiempo desde ese día, pero sí han pasado muchas cosas, entre otras, el nacimiento de Podemos. El hecho no es menor, el partido nace sin mochilas ni rémoras del pasado, sin cuentas pendientes, lo que le permite orientarse al futuro ligado radicalmente a la defensa de los Derechos Humanos. Es un espacio de confluencia de gentes con trayectorias y experiencias distintas en relación a la violencia de ETA, pero con una base común que permite una construcción colectiva hacia una sociedad más justa y más respetuosa con los DD. HH.
Eso que Podemos está construyendo a la interna es lo que quiere para la sociedad. Un espacio de encuentro que aprende del pasado para hacerse mejor. En la Euskadi sin ETA, ¿cuál es la herencia que queremos dejar a las próximas generaciones? ¿Cuáles son los aprendizajes que pueden servir también para otros pueblos que inician procesos de paz? Dos aspectos clave son el sentido de lo que pasó y la memoria, el recuerdo de aquello. Con lo primero tratamos de responder a la pregunta de por qué sucedió lo que sucedió. La capacidad de articular narrativas distintas acerca de «lo que pasó» será crucial en la definición de la convivencia futura. Sin embargo, hay otra pregunta tan importante como el por qué, y es el para qué. ¿Para qué tanto dolor y sufrimiento producido por ETA?
Con respecto a lo segundo, las señales actuales, a pesar del tiempo transcurrido, no son buenas. Cada vez se utiliza más el concepto de batalla del relato, y parece que nos hemos instalado en esa lógica que remite, de nuevo, al conflicto. Desde Podemos Euskadi apostamos por una memoria inclusiva, aquella que no solo reconoce los sufrimientos, sino que trata de construir un espacio compartido. No se trata de hacer la historia oficial de lo sucedido, sino una memoria compartida que una a la sociedad en la comprensión ética de los hechos. Se trata de generar una mayor sensibilidad social y una crítica a la violencia y al sufrimiento, siempre injusto, que ésta produce. Es la mejor celebración que podemos hacer cuando se cumpla otra década del final de ETA.
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