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Marcaje al hombre

Machín fue valiente al ordenar a Maffeo perseguir a Messi

Jon Agiriano

Martes, 26 de septiembre 2017, 00:59

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Leo Messi pasó una mala tarde en Montivili. La cosa, por supuesto, no tuvo nada que ver con la ‘performance’ independentista en la que se convirtió el partido. Nada se sabe de las ideas políticas del argentino, ni siquiera si las tiene. Sabemos, eso sí, que ha resultado inmune a la política de inmersión lingüística de la Generalitat y que todo lo que no sea fútbol le resbala bastante. Es seguro, por tanto, que después de casi veinte años en Cataluña las reivindicaciones nacionalistas las observa como una parte ineludible del paisaje. No. Lo que le hizo pasar una mala tarde a Messi fue el marcaje al hombre que le hizo Pablo Maffeo.

Al jugador del Girona le pillaron las cámaras hablando con su compañero Aday Benítez cuando fue sustituido en el minuto 78. «¿Sabes lo que me ha dicho Messi? Que jugar así es una mierda», le confesó. No fue lo único que le dijo el crack del Barça a su implacable marcador. «Me preguntó si estaba cedido por el City y mi edad. Es muy humilde. Estuvimos hablando porque estuve pegado a él casi todo el partido. No hubo ni mal rollo ni nada raro. Es el mejor jugador del mundo y si no estás pegado a él, te hace un gol en cualquier momento», aseguró Maffeo, justificando su labor secante.

He pensado bastante en ella. En concreto, me he preguntado por qué no se utiliza más. Todos los entrenadores son conscientes de que no se puede parar a Messi. De hecho, cada vez son más los que hacen bromas, en general sin mucha gracia, cuando se les pregunta cómo se le puede detener. Ya saben: sólo se puede rezar, apuntarle con una pistola, secuestrarlo y soltarlo después del partido... Cosas así. Aceptado, por tanto, que Messi es imparable, ¿no será entonces lo mejor descentrarle, aburrirle, amargarle la vida poniéndole encima a un tío muy pesado, consciente además del inmenso valor de su sacrificio en favor del equipo, que va a perseguirle hasta la ducha?

Yo empiezo a creer que sí. Soy consciente de que anular al argentino no significa anular al Barça, pero es un buen primer paso. Ahora bien, reconozco que se trata de un recurso viejuno y que hace falta valor para ponerlo en práctica. Y más si cabe en el caso de Pablo Machín, soriano de pura cepa, ¡un castellà!, cuya decisión quién sabe si podía haber sido interpretada por algunos culés cómo una nueva afrenta española a Cataluña. El 0-3 dejó las cosas tranquilas.

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