Libra, la criptomoneda de Facebook acaba de anunciarse como proyecto de un consorcio de más de cien grandes compañías entre las que se hallan ... los gigantes PayPal, eBay, Uber, Visa, MasterCard o Spotify. Libra es la moneda digital en la que giran los pagos de todas las empresas del consorcio. Libra será la plataforma digital no solo de Facebook sino también de WhatsApp y Messenger, y permitirá enviar remesas de la nueva moneda a todo el mundo interconectado.
En la web oficial Libra, un libro blanco describe su misión de la siguiente manera: «Una sencilla moneda global y una infraestructura financiera que empodera a miles de millones de personas». Como cada unidad de Libra creada llevará una contrapartida de divisas convertibles a un 'Fondo de divisas Libra', la nueva moneda digital gozará de un valor intrínseco, confiriéndole el estatus de moneda estable (stablecoin). El fondo será gestionado por la 'Asociación Libra' compuesta por 28 de sus miembros fundadores, con sede en Ginebra. A partir de ahí creará una megared informática para producir cobros y pagos instantáneos a lo largo y ancho del planeta, evitando la exclusión, creando puestos de trabajo y reduciendo las demoras y comisiones habituales del circuito bancario.
Libra y Bitcoin deambulan en universos digitales distintos. Bitcoin posee unas características muy singulares. Atesora valor derivado de una ingeniosa minería informática que genera unidades con un techo máximo, 21 millones de unidades, con el coste implícito de la referida minería; es previsible en su creación según unos algoritmos preestablecidos; descentralizado ya que no tiene un único dueño y las decisiones se toman por todos los jugadores de la comunidad; global en su alcance geográfico; anónimo en la medida en que no indaga en la identidad de sus participantes ni mantiene registro alguno de datos personales al conocerse las operaciones pero no sus propietarios u ordenantes; facial en ausencia de tipo alguno de activo subyacente; de código abierto en el que cualquier persona tiene opción de revisar el código fuente y público.
Libra es un proyecto diferente que entra en conflicto con la industria bancaria actual, erigiéndose en su directa competencia. A diferencia de Bitcoin, anticipa en su libro blanco que desea jugar en completa transparencia como el resto de los competidores bancarios. Eso implica que, como estos últimos, tendrá que asumir el principio 'KYC' ('know your customer', conoce a tu cliente), es decir que deberá verificar la identidad de sus usuarios, asegurándose de la legalidad y veracidad de todas las transacciones y del origen y destino de los fondos. Si esto es así, la nueva moneda y la nueva red estarán sujetas a las normativas bancarias y de prevención de blanqueo de cada Estado en que tenga presencia operativa.
Pero las normas, deseables en sus fines, siempre son limitativas y en este caso impondrán barreras a la tecnología, impidiendo un sistema de pagos ciego a sus cumplimientos normativos. La legalidad es una necesaria frontera para la libertad técnica. La universalidad de Libra chocará diariamente con la necesidad de bloquear millones de operaciones de usuarios incumplidores de los estándares legales, desmontando su pretendido automatismo universal.
Libra nace con un pie forzado adicional. Ser hijo intelectual de una marca como Facebook que ha vulnerado olímpica y reiteradamente la privacidad de sus usuarios. Que el gigante informático disponga de la radiografía financiera de los clientes, además de sus datos básicos anteriores, añade un factor adicional de preocupación al proyecto.
Los reguladores de los distintos países harán bien en vigilar con atención el desarrollo de esta iniciativa, que solo para Facebook cuenta con 2.400 millones de usuarios potenciales, para evitar males mayores. Todas las catástrofes financieras del mundo moderno han venido precedidas por regulaciones laxas o inexistentes y una supervisión insuficiente. Hasta la fecha los reguladores no han establecido reglas específicas para los criptoactivos, argumentando que las vigentes normas de protección del consumidor o las referentes a los títulos valores son suficientes.
El Senado americano ha frenado el proyecto en tanto se detallen un importante número de incógnitas. Y Francia, que ostenta la presidencia del G7, ha solicitado la creación de un grupo de trabajo formado por bancos centrales y funcionarios del FMI para estudiar la nueva presunta moneda. Libra preludia una nueva era financiera digital.
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