Julen guerrero, un jugador de época
Unas bodas de plata siempre constituyen un recuerdo entrañable en el que se agolpan en tropel vivencias y emociones. Si esa circunstancia es referida al comienzo de una brillante andadura en la ilusión de su vida, el Athletic, para uno de los grandes de muchas épocas y el más grande de las últimas, hay que darle el boato necesario, el recuerdo imborrable y el agradecimiento a una figura tan especial como ha sido Julen Guerrero. La primera vez que le ví no fue ni en Lezama ni en San Mamés, fue en el Campo de San Lorenzo en Laredo, en ese magnífico torneo juvenil en el que prácticamente el Athletic participaba cada año. Me llamó mucho la atención pero como no me quiero poner ninguna medalla de su descubrimiento, dejémoslo en que recién elegido presidente en 1990 Julen ya tenía un nombre en el Athletic y ya «sonaba» como un futurible de postín. Su explosión en el sub’ 19 inolvidable, que ganó la Liga y la Copa en el 92, bajo la batuta de Amorrortu, acompañado de Huegún, Karanka, Lambea, los Bidaurrazaga, Suances, etc..., que en los últimos partidos de Liga del Bilbao Athlétic lo incorporó Blas Ziarreta a su equipo y recuerdo que consiguió un hat-trick en el campo del Compostela. La pretemporada del 92 junto con Juanjo Valencia y Carlos García eran los tres ‘fichajes’ que hizo el Athletic para iniciar la primera etapa de Jupp Heynckes. Recuerdo la estancia veraniega en Oberstauffen, inolvidable, premonitoria de una nueva etapa que se aventuraba ilusionante. Recuerdo aquel sensacional rombo con Urrutia en el centro, Eskurza por la derecha, Ander Garitano por la izquierda y Julen pivotando y enlazando con dos delanteros también para recordar y dos entrenadores que después han dejado y dejarán marca indeleble en el Athletic. Estoy hablando de Valverde y de Ziganda. Mi capacidad para recordar fabulosas historias de Julen Guerrero es infinita, pero prefiero quedarme en su inicio y tirar del recuerdo de una época en la que yo puedo tener una información privilegiada simplemente por estar allí. Como la insistencia del recordado y genial Txutxi Aranguren en hacerle un contrato profesional, su clarividencia para saber que nos encontrábamos ante un jugador «de época», cómo lo hicimos con un contrato que pudiéramos llamar de escala: tanto fijo, tanto si te quedas en el primer equipo, y si juegas tantos partidos, y si metes tantos goles, y si vas a esta selección, o a la otra, o la selección absoluta. ¡Oh cielos! Julen se saltó toda la escala sin cumplir un año, algo insólito, algo histórico, algo significativo de un caso especial, fenómeno deportivo y social, fenómeno mediático y para recordar eternamente. Le felicito por su trayectoria futbolística, por su trayectoria familiar y personal, por tener un hijo de 13 años que anuncia reverdecer el apellido en breve plazo y le deseo lo mejor en esta efemérides y en todos los órdenes de su vida, desde un sentimiento de admiración, reconocimiento y cariño.
¡Un abrazo grande Julen!