La hora del TAV
Editorial ·
La llegada a Euskadi del tren de alta velocidad no admite más retrasos cuando las obras, después de trece años, se acercan a un momento críticoEl Correo
Domingo, 2 de junio 2019, 02:05
Las obras del Tren de Alta Velocidad surcan el paisaje de Euskadi desde hace trece años sin que sus avances, tan lentos como visibles, hayan ... asentado aún en la sociedad la percepción de que está próximo el estreno de una infraestructura estratégica. La mayoría de la población cuestiona que el TAV vaya a entrar en funcionamiento en 2024 -la última fecha anunciada por los gobiernos central y vasco-, según una reciente encuesta de este periódico. No es de extrañar tal desconfianza cuando el proyecto se ha visto sometido a reiterados retrasos que han llevado a barajar múltiples plazos -siempre corregidos- para la conexión ferroviaria entre Bilbao, Vitoria y San Sebastián, y entre estas ciudades y el resto de España y de Europa. Los trabajos, con tramos de una enorme dificultad técnica por la peculiar orografía del terreno, han sido ejecutados en un 70% hasta ahora. De los todavía pendientes, los más complejos se concentran en el nudo de Bergara y en los accesos al centro de las capitales. Sobre todo, a Bilbao y Vitoria, donde el tren llegará soterrado tras recorrer 6 y 3,6 kilómetros, respectivamente, en esas condiciones. De la marcha de las obras en esos puntos críticos dependerá que el TAV sea realidad o no en los plazos comprometidos.
Aunque esta vez se cumplieran por fin las previsiones, llegará tarde y sin que sea posible obviar el arrinconamiento del que Euskadi ha sido objeto en su desarrollo. Por eso resulta inexcusable que el Ministerio de Fomento, que de forma incomprensible ha tenido paralizado el proyecto durante meses, y el Gobierno vasco -encargado del tramo guipuzcoano- agilicen al máximo las tareas a su cargo y otorguen de una vez al TAV la prioridad que merece. El tiempo perdido en trámites burocráticos y conchabeos políticos ha agotado el margen de maniobra incluso para que pueda estar en marcha en 2024. Los plazos son tan ajustados que cualquier incidencia sobrevenida en la excavación de los terrenos para la entrada en Bilbao o Vitoria echará por tierra ese calendario. Un mínimo respeto a la ciudadanía no deja lugar para más dilaciones. La credibilidad de las instituciones se ha visto dañada por un insólito baile de fechas, incluso previo al inicio de las obras, y padecerá aún más si se producen nuevas demoras. Pero, sobre todo, padecerá la competitividad de Euskadi y la calidad de vida de los vascos, que tienen derecho a unas líneas ferroviarias de alta velocidad tan punteras como las que disfruta desde hace años buena parte del país y como la que se les prometió hace más de dos décadas.
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