Hielo y fuego
EE UU está encantado con el cambio climático, por eso es raro que vea con avidez los recursos que se van haciendo accesibles en el Ártico
Esta semana, mientras arden las selvas de Indonesia en pro del aceite del palma, Nueva York está que arde con la Asamblea General de la ... ONU, y quién sabe qué líos, qué tretas, que conspiraciones y qué acuerdos se irán fraguando en el backstage (que es lo 'cool' ahora para decir «entre bastidores»). Los anuncios, los discursos y las declaraciones tienen asimismo su aura de incertidumbre: nunca se sabe hasta dónde llega el plan y hasta dónde la cortina de humo, cuántas partes tienen de intención, buena fe, propaganda, propósito, compromiso, mentira o engaño. La proporción de los ingredientes, no obstante, se puede calibrar si se conocen de antemano ciertos rasgos del alquimista que hace la mezcla, como son su catadura moral y su nivel de ignorancia.
En estos tiempos en que amplios sectores de la población de diferentes países han decidido votar no al mejor, sino al que represente mejor sus odios y sus miedos, tenemos algunos de los líderes mundiales más mediocres, maleducados, peor preparados de la historia. Acaba de empezar la Asamblea General de las Naciones Unidas tras la Cumbre del Clima, donde António Guterres sólo permitió hablar a los representantes que llevaban propuestas concretas. Por eso ha habido muchas propuestas concretas: ahora hay que comprobar si se cumplen.
Estados Unidos no tenía ninguna, pues la actual Administración está encantada con el cambio climático, así que Trump no pudo intervenir para decir cuánto le gusta el aire limpio y tal, y se vengó dándose una vuelta por allí cuando habían terminado sus discursos el secretario general, António Guterres, y la activista Greta Thunberg, privándoles de su augusta atención. El actual Gobierno americano afirma que el cambio climático no existe, y por ello es muy raro que el secretario de Estado Mike Pompeo contemple con avidez los recursos que el cambio climático está haciendo accesibles en el Ártico. Lo dijo en mayo: Ártico, deshielo, oportunidades. La idea es convertir los hidrocarburos en CO2 para seguir calentando el planeta y explotar los recursos minerales que antes estaban custodiados por los hielos eternos, que hubiera dicho un narrador épico de los tiempos en que había hielos eternos.
El cambio climático es dos veces más intenso en el Círculo Polar Ártico. Nada se reparte por igual en este mundo, pero hasta ahora las corrientes marinas y los vientos habían repartido el frío polar, actuando como un sistema de refrigeración que a nuestra especie, adaptada a este escenario (el suyo), le ha venido muy bien. Unos científicos de la universidad de Wisconsin-Madison afirman que, como sigamos inyectando gases de efecto invernadero en la atmósfera, en solo diez años tendremos el mismo clima que había hace 50 millones de años. El plazo para adaptarnos es un poco corto. Nos comeremos los diamantes del Ártico.
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