¿Qué hacemos con los viejos inmigrantes?
Ha coincidido la llegada de los 629 migrantes del 'Aquarius' con la difusión en España de los datos que acreditan que cada año mueren más españoles que los que nacen
Ha coincidido la llegada de los 629 migrantes del 'Aquarius' con la difusión en España de los datos que acreditan que cada año mueren más ... españoles que los que nacen, que tenemos un país envejecido y que sigue menguando el porcentaje de españolas que deciden tener un hijo.
Un centenar de niños venían en el barco recibido por España y cuatro de ellos nacieron en plena travesía. Quizás este enfoque sirva para atemperar las airadas reacciones en contra de la llegada a nuestro país de personas que no ven opciones vitales en su país y esperan encontrar un futuro en Europa.
Son las mujeres venidas de otros países las que están teniendo más hijos ahora en España, lo que nos obliga a preguntarnos si el saldo vegetativo, la diferencia entre nacimientos y muertes, sería aún mayor, y peor, de no haber llegado a España hace años –sobre todo en los noventa– gentes como las que ahora llaman a nuestras puertas.
Se trata de mirar la inmigración no sólo como un derecho de las personas de todo el mundo a mejorar sus condiciones de vida, también como una forma de enriquecimiento del país que los recibe. La pujanza económica de la Alemania de los sesenta, por ejemplo, sería inexplicable sin las aportaciones de miles de ciudadanos que fueron allí a buscarse la vida, muchos de ellos españoles, por cierto.
Está claro que el debate sobre cómo organizar la entrada y la convivencia con las personas que salen de sus países de origen, es central en Europa y en Estados Unidos.
Estamos sobrecogidos por las imágenes de niños separados de sus padres, defendida por Trump hasta ver el escándalo. En Italia, Matteo Salvini, un populista de derechas, apoyado por populistas de izquierdas, ha caricaturizado a Pedro Sánchez por acoger a los del 'Aquarius' y se niega, como Polonia y Hungría, a tener una política europea de acogida de refugiados y migrantes. Angela Merkel, tan criticada por tantas cosas, ha llevado a cabo una política de acogida solidaria y ejemplar, que le ha costado perder votos.
Se plantea ahora en Europa la creación de un nuevo limes, como el establecido en el Imperio Romano para impedir la llegada de los bárbaros. Un cinturón de campos de refugiados que circunvalen Europa, que externalicen el problema, como ocurre ya en Turquía; un nuevo muro que congelaría el problema sin resolverlo.
La decisión de acoger a los migrantes del 'Aquarius' está muy bien, tiene un efecto simbólico evidente y abre una vía distinta para debatir qué hacer con los migrantes, pero son 629 personas. Aquí estamos hablando de cientos de miles de personas. Medio millón han entrado en Italia y miles han perdido la vida en el Mediterráneo. No se trata solo de un gesto simbólico: es toda una política. Pero bienvenido sea el cambio de mirada.
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