'Freak is chic'
Creador inconformista busca modelos atípicas. Las malencaradas no deben abstenerse». Sí, el anuncio de Gaultier en el 'Liberation' de los años 80 era la pista o el compendio estético de su expresionismo pop, es decir, de su 'freak is chic' o de su 'pop is mix'. Una tortilla sublime de tipologías, géneros, influencias, inspiraciones y locuras varias, pasada por la túrmix del oficio aprendido chez Cardin, Patou o Angelo Tarlazzi, sazonado todo ello con sabias dosis de genial inconformismo y experimentación o también tuneado con la inteligencia comercial adaptada a lo que la sociología demandara en cada momento, ya fuera anteayer el high tech o James Bond, ayer el dadaísmo, mañana el bustier bicónico de Madonna o el kilt escocés y siempre la camiseta marinera, el 'pull marine', efigie consagrada de la marca y de su mejor perfume, 'Le Male'.
Pero Gaultier ha sido también un personaje perfecto para esta vertiginosa contemporaneidad de la moda, porque al menos ha sabido imponer el oficio y el talento del gran creador al 'fast mood' y al oprobio del 'street style'. Pierre Cardin, su maestro, se lo dijo en 2001 cuando le entregó la Legión de Honor: «Usted ha puesto en solfa los criterios del buen y del mal gusto, sorprendiendo, perturbando y molestando, mientras se divertía creando un guardarropa ambivalente e intercambiable». Exacto: libertad frente al racionalismo, rebeldía o ironía y humor frente al binario de la sexualidad, pero también imaginación, talento y siempre un enorme respeto a los fundamentos del oficio. Eso ha sido Jean Paul Gaultier en sus 50 años en la cima creativa y comercial de la moda, con su excelsa carrera que hoy festeja su inicio y su final en el Châtelet, el mismo principio de su infancia visual en la opereta de Luis Mariano y Francis López o el mismo final escandaloso y autobiográfico de su Fashion Freak Show, ahora representado como cierre glorioso de su excentricidad tan chic y como accesible.
