Feliz año seminuevo
2023 ·
Toca hacer previsiones sobre los próximos doce meses que se olvidarán en los próximos doce díasNo hay avalancha de champán y langostinos que detenga al periodismo independiente, así que lo diré: no es tan nuevo el Año Nuevo. Es seminuevo. ... Reciclado. Llega con kilómetros y taras. Está un poco fatigado, deslucido por las tapas. El Año Nuevo es medio de segunda mano. Por eso todo lo decisivo sigue en él donde estaba: el hegemón, Cristina Pedroche, el canon cultural, las verdades de la ciencia, la crispación política española. Piénsenlo. Un año que fuese de verdad nuevo nos traería leyes físicas a estrenar (¡la gravitación inversa!), el dominio mundial del Imperio Zulú y la tradición de celebrar la Nochevieja el 25 de marzo colocando seis nueces en un plato y lanzando el plato contra un familiar. Ese día, el vestido de Cristina Pedroche en la tele sería bonito e irrelevante. Y la propia Cristina Pedroche diría cosas simpáticas e inanes, absteniéndose de mezclar a los refugiados en sus negocios particulares. Al tiempo, como el universo tiende a la broma dialéctica, es probable que su novio, el cocinero, estuviese sirviendo risotto de refugiado con trufa negra. Pero no por canibalismo. Por denuncia. Para darle al sistema donde le duele, a veces no basta con escribir tu nombre con letras raras.Además de evitar que la gravedad sea una fuerza de repulsión, la estabilidad fenomenológica nos permite hacer pronósticos para los próximos doce meses. Son pronósticos que se olvidan en doce días y que a veces se vienen abajo porque aparece un coronavirus camorrista y a veces porque Rusia invade Ucrania. Eso sí que lo hemos aprendido. Así que, teniendo en cuenta lo del cambio climático y lo de la inteligencia artificial cuchicheando a nuestras espaldas, bastará con que no nos invadan los extraterrestres para que el año próximo esté bien. Parece que los expertos económicos son incluso un poco optimistas. Los expertos políticos son pesimistas, pero nadie les hace caso. Nostradamus garantiza por su parte monstruos y explosiones. A partir de ahí, solo puede ponérsele al nuevo año buena cara. Que 2023 sea impar es al parecer muy buena noticia en términos cabalísticos. Se conoce que en los años impares nunca sucede nada malo, dejando al margen detallitos como la Plaga de Justiniano o la Segunda Guerra Mundial.
BENEDICTO XVI
Entre gigantes
Usted y yo igual nos quedábamos con lo de los zapatos rojos y el tricornio si nuestros políticos no nos señalasen lo esencial: ¡el pensamiento! En la muerte de Benedicto XVI han estado a punto los políticos de sacar montañas de libros llenos de subrayados y marcadores: «Este pasaje del 'Memorandum zur Zölibatsdiskussion' para mí es inolvidable». Lambán, por ejemplo, sobre Ratzinger, de gigante a gigante: «Altísimo nivel intelectual». ¿Y Ayuso? «Un héroe intelectual», definió la presidenta antes de situar al Papa fallecido del lado de la libertad, aunque imagino que no a la madrileña, sino a la bávara. Se ha recordado poco que el exministro Fernández Díaz dijo en su día que Benedicto XVI le confirmó que el diablo quería destruir España. Ayuso por su parte, informa de que Ratzinger era «amigo de España», ya que hablaba español. En Madrid deben de saber que no lo hacía por ser amigo de México, Colombia o Guinea Ecuatorial.
BOLSONARO
Tomar ejemplo
Es ya una tradición recordarlo en enero y en un país enorme: la democracia es en gran medida el traspaso ordenado y pacífico del poder. Pues ahí está Bolsonaro huyendo a Florida para no ponerle la banda presidencial a Lula. O sea, no siendo ejemplar hasta el final y alimentando la conspiración, culpando de su suerte a los medios y a los jueces. Les sonará. Ahora recordemos que los medios albergan buena parte del debate público y que las juntas electorales están llenas de jueces. Por si conocen algún país que en 2023 vaya a tener varias elecciones.
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