Reparaciones
Los que no han abierto un libro en su vida caminan empoderados por la IA
La tecnología es tan indispensable como el ajo y la cebolla en nuestra cocina, pero a veces repiten. Los mecánicos no saben lo que le ... sucede al coche si no lo conectan a un ordenador, el cirujano anda perdido sin los monitores que reproducen el interior de nuestro cuerpo y así podríamos eternizarnos con los ejemplos. La tecnología no huele, pero es el condimento de todas las salsas de la vida y aunque creamos que seguimos usando nuestro perfume, hace tiempo que nos ha colonizado, polarizado o modelado.
A pesar de que llevo años manejándome con cierta dignidad tecnológica, creo que ha llegado el momento en que me han adelantado por la izquierda, por la derecha y por donde pudieran superarme. La Gestapo o el Mosad parecen un juego de niños si los comparamos con la omnipotencia de la puñetera Inteligencia Artificial, cumbre y zenit de todos aquellos que no han abierto un libro en su vida y que ahora caminan empoderados por el dios que todo lo ve, todo lo sabe y que vive en el bolsillo. La vieja conversación, sembrada de inquietantes dudas que resolvía el cariño, ha pasado a ser una presencia intermitente del teléfono, el consultor indiscutible de la vida, aunque acabe de llegar.
Alexa preside las cenas o comidas y, a la altura del postre, el anfitrión puede levantar la voz y preguntarle a la susodicha de dónde procede el arroz con leche. La IA se ha convertido en la secretaria personal de los polemistas y seguro que, considerando cómo va esto, pronto aparecerá un adonis digital que nos conducirá al orgasmo en un periquete. El asunto no es baladí, y mucho me temo que ha venido para quedarse. Tengo anhelo, que es una palabra que supera a la nostalgia, de poder disfrutar de una conversación sin temor, sin esa agresividad que flota en el ambiente y sin la puñetera Inteligencia Artificial cerrando las dudas con un portazo a la humanidad. Prefiero reírme con las lagunas de memoria de los de mi quinta, que luchemos por sacar a la superficie el nombre de aquel cantante que cantaba aquella canción, que tenía una hija rubia que…
¿Debo rendirme, o seguir cojeando y resistiéndome a esta batalla perdida? Para la próxima cena navideña el protocolo deberá exigirnos que además de la etiqueta, de no hablar de política, de no nombrar a los ex, no mentar enfermedades y restringir las imágenes de los nietos, deberemos prohibir las consultas digitales. Se nos ha olvidado que somos familia, amigos, que nos queremos y que el respeto a vivir sin red forma parte del día en que, hace ya muchos años, nos encontramos sin estar conectados a nada.
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