Seguridad en los hospitales
Editorial ·
El secuestro de un bebé en Basurto revela clamorosos fallos en los protocolos, que Osakidetza debe corregir para que el caso no se repitaEl correo
Viernes, 21 de octubre 2022, 00:10
El robo de un recién nacido en el hospital de Basurto causó ayer una lógica conmoción social por la extraordinaria gravedad de unos hechos que ... reflejan una cruel falta de humanidad y difícilmente concebibles en un sistema sanitario con la calidad organizativa que se le presupone a Osakidetza. El alivio que representa el final feliz del secuestro, resuelto tras once horas de angustia con la localización del bebé en una vivienda del barrio bilbaíno de Santutxu y la posterior detención de la presunta autora, no elimina el estupor y la consiguiente alarma ciudadana suscitada por que algo así haya sido posible. Tanto que una mujer, por razones que habrán de aclarar las investigaciones policiales, planee sustraer a un niño con apenas unas horas de vida como que consiguiera hacerse con él, con un evidente peligro para la integridad física de la víctima, pese a los protocolos del Servicio Vasco de Salud -modificados hace unos años tras un precedente similar-, que se han revelado absolutamente ineficaces.
Resulta obligado el «análisis exhaustivo» anunciado ayer por la consejera Gotzone Sagardui para determinar «cómo y por qué» una persona ajena al hospital pudo acceder al pabellón de Maternidad y llevarse a Aimar de la cuna en la que permanecía junto a su madre, aprovechando que a esta no la acompañaban en ese momento más allegados. La arrestada deambuló durante horas por las instalaciones vestida de blanco, como los sanitarios, sin que nadie se percatase de que no trabajaba en el centro e intentó sin éxito raptar previamente a bebés de otras habitaciones con la excusa de que se los llevaba para practicarles una prueba habitual, previa al alta médica. Solo lo impidieron las sospechas levantadas entre los familiares de los pequeños.
Ciertamente se trata de un «caso aislado», como señaló Sagardui. Pero ello no le resta ni un ápice de gravedad. Tampoco que Aimar fuera rescatado sano y salvo, y descanse ahora junto a su familia. Hay que dejar bien patente que la única culpa del secuestro corresponde a su autora, que habrá de rendir cuentas ante la Justicia por sus actos. No obstante, la sucesión de clamorosos fallos en los mecanismos de seguridad exige que Osakidetza adopte las medidas correctoras precisas para reducir al mínimo el riesgo de que algo así vuelva a repetirse, dé las debidas explicaciones para tranquilidad de los ciudadanos y depure las responsabilidades que correspondan.
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