E. C.

Votos decisivos

Las elecciones de hoy determinarán decisiones esenciales para la ciudadanía, por lo que ni las vacaciones ni el calor pueden ser motivos disuasorios para eludir el derecho al voto

Domingo, 23 de julio 2023, 00:06

La voluntad popular libremente expresada en las urnas y trasladada tanto a las instituciones representativas como a los respectivos gobiernos constituye uno de los pilares ... básicos de una democracia. Su reflejo resulta más nítido cuanto mayor es la participación en unas elecciones, por lo que el masivo ejercicio del derecho al voto supone una herramienta insustituible para tomar el pulso de una sociedad e identificar así sus verdaderas aspiraciones y prioridades. De ahí que sea tan trascendental que los casi 38 millones de españoles que lo tienen reconocido hagan hoy uso de él en los decimosextos comicios generales desde el inicio de la Transición. De su decisión dependen la composición del Congreso de los Diputados y el Senado, el color del nuevo Ejecutivo y, en consecuencia, la orientación de las políticas para afrontar los grandes desafíos pendientes.

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Estamos ante una convocatoria excepcional, como excepcional ha sido una legislatura marcada a fuego por la pandemia y la guerra en Ucrania. La celebración de las legislativas en pleno verano, con medio país de vacaciones y apenas dos meses después de las municipales y autonómicas añade incertidumbre a una cita precedida de una campaña interminable -en realidad, una prolongación sin tregua de la del 28 de mayo- y de un agrio clima de confrontación enquistado en el debate partidista nacional. El peligro de una alta abstención por la fecha escogida planea sobre el 23-J, aunque el récord de solicitudes de voto por correo -más de 2,6 millones- y la movilización del electorado que detectan las encuestas han amortiguado en parte ese temor, sin eliminarlo por completo. Las altas temperaturas previstas para hoy en la mayoría del país y el descanso estival que disfrutan millones de ciudadanos no deberían ser motivos disuasorios suficientes para eludir las urnas cuando está en juego nada menos que el rumbo del país.

Las leyes que aprueben las Cortes Generales en los cuatro próximos años, la investidura del presidente del Gobierno, el signo político del Ejecutivo y decisiones esenciales para el conjunto de la población en el ámbito económico y social, entre otros, están a expensas de la distribución de fuerzas que establezcan hoy los votantes con la papeleta que depositen en las urnas. Cada una de ellas es necesaria para que un renovado Parlamento dibuje con la máxima fidelidad el sentir de una sociedad diversa, con todas sus sensibilidades y matices.

El voto es un derecho personal e intransferible. Ejercerlo no significa un contrato de adhesión inquebrantable con unas siglas, sino una muestra de confianza que puede ser reiterada o retirada en próximos comicios en función de que se hayan visto satisfechas o no las esperanzas que justificaron tal elección. Renunciar a él equivale a dejar en manos de los demás el sentido de medidas esenciales para el futuro y que afectan a todos, lo que parece singularmente inconveniente en un horizonte repleto de incertidumbres.

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Es exigible a las fuerzas políticas el máximo sentido de la responsabilidad a la hora de leer los resultados de esta noche. Ello implica reconocer la pluralidad del país y anteponer los intereses generales a los de parte. También un escrupuloso respeto al pronunciamiento de la ciudadanía, sea este el que sea, lo que incluye evitar elucubraciones a posteriori sobre la posible incidencia en el escrutinio de las fechas de los comicios o del voto del correo que pongan en cuestión el veredicto de las urnas.

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