Se veía venir otro desencuentro entre los socios de Gobierno. Las discrepancias entre los ministros del PSOE y Sumar sobre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ... anticipaban el choque escenificado ayer en público. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, había defendido que los perceptores del SMI tributasen por primera vez y dejó caer que lo contrario era «populista», en alusión a la titular de Trabajo. Yolanda Díaz, que ha pactado con los sindicatos subir el salario 50 euros al mes, aseguró con un indisimulado malestar que se había enterado por la prensa de que los beneficiarios sí se tendrán que someter al IRPF en contra de su criterio. La colisión revela la precariedad del Ejecutivo, en solfa por las fricciones de Díaz con el responsable de Economía, Carlos Cuerpo, por la rebaja de la jornada laboral. Y da aire a los aliados de investidura para mercadear con Sánchez, con el riesgo de que esa puja siembre la discordia entre autonomías agraviadas. No es el caso de Euskadi -el SMI sí tributa a la espera de una reforma fiscal -. En esta pugna entre PSOE y Sumar por un mismo espacio, Podemos se adelantó al presentar una iniciativa para no cobrar el IRPF. Marcar perfil propio en asuntos tan sensibles sin acuerdo es una imprudencia que lastra una conquista social que mejora la vida a millones de personas.
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