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El funeral por el Papa se convirtió ayer en una manifestación multitudinaria de reconocimiento hacia su figura, a la que se sumaron decenas de líderes ... políticos y religiosos de todo el mundo; entre ellos, los Reyes de España. La homilía que dedicó a Francisco el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, ofreció una semblanza de su trayectoria al frente de la Iglesia católica que repasó, en realidad, las vicisitudes de la Humanidad durante los doce años del pontificado al que puso fin su muerte el lunes. Lampedusa, Lesbos, la celebración de una misa en la frontera entre México y Estados Unidos, junto a otros hitos en la labor desarrollada por el pontífice que promovía de manera permanente la misericordia, la «alegría del Evangelio» y la paz.
La imagen del encuentro cara a cara entre Donald Trump y Volodímir Zelenski, en los momentos previos a la misa exequial, pareció el fruto postrero del empeño del difunto Papa por agotar las posibilidades del diálogo para «construir puentes y no muros». La imagen de jefes de Estado y de gobierno deseándose mutuamente la paz, atendiendo a la invitación del oficiante, proporcionó una significativa secuencia que contemplaron millones de católicos y ajenos a esta fe, en medio de la emoción que mostraba la multitud congregada en la plaza de San Pedro ante el ataúd con los restos de Francisco. El «hermanos todos» con que tituló una de sus encíclicas se adivinaba como un eco que embargaba a los presentes. Como se recordó en la homilía, en la despedida se hizo evidente que el intenso pontificado del primer jesuita elegido obispo de Roma ha tocado mentes y corazones, una inspiración que no se apaga con su muerte. Porque fue «un Papa en medio de la gente», «atento a lo nuevo que surgía en la sociedad».
Todo lo ocurrido desde días antes de su fallecimiento indica que Francisco había testamentado sus deseos a la hora de escenificar la despedida, recurriendo de nuevo a su juego de señales. Dejó claro hasta el último instante que él era quien tomaba las decisiones incluso para después de su muerte. Y señaló además que quería volver sobre sus propios pasos, convicciones y devociones, hasta verse inhumado en Santa María la Mayor. Señales que estarán presentes en el cónclave, incluso antes de que se fije la fecha de su inicio. Y que permearán también el sentimiento y las acciones de los mandatarios que le dijeron ayer adiós en el Vaticano.
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