E. C.

Prevención antisuicidios

Es primordial la detección precoz de señales de peligro a través de protocolos como los implantados por el Gobierno vasco en las aulas

Lunes, 9 de octubre 2023, 00:02

La estrategia puesta en marcha por el Gobierno vasco para combatir los suicidios, que incluye actuaciones en el sistema sanitario y en la enseñanza destinadas ... a la detección precoz, está permitiendo sacar a la luz y abordar a tiempo situaciones de riesgo de un problema de salud pública considerado tradicionalmente un tabú y, como tal, cubierto por un espeso manto de silencio que en nada contribuye a una respuesta eficaz. Las 613 activaciones del protocolo implantado en los colegios vascos ante las señales de alarma emitidas por alumnos en el último año han colocado este desafío entre las prioridades de los responsables educativos. Se trata de un aumento exponencial de casos que no es consecuencia de un súbito deterioro del equilibrio mental de los jóvenes -aunque haya aumentado en el pasado reciente, en especial tras la pandemia-, sino el resultado de una actitud más vigilante a partir de las nuevas pautas establecidas y la formación en esa materia de sus profesionales.

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La adolescencia es una etapa de cambio, búsqueda y descubrimiento. También de crisis y frustraciones que es necesario aprender a manejar, lo que no siempre resulta sencillo. Llama la atención que uno de cada diez vascos de entre 15 y 29 años diga sentir ansiedad o depresión. Y es preocupante que el suicidio constituya la principal causa de muerte no natural en ese tramo de edad, aunque tales víctimas sean una mínima parte de las registradas por esa causa en Euskadi. Quien se suicida no quiere tanto dejar de vivir como acabar con el insoportable sufrimiento que impregna su existencia. De ahí que descubrir ese malestar emocional y sus raíces antes de que derive en cuadros más peligrosos y dotar a los afectados de las herramientas precisas para afrontarlo -incluida la atención médica especializada- sea determinante para evitar dramas irreparables. En ese sentido, el aislamiento social, las situaciones de acoso y el contenido de ciertos mensajes en las redes pueden ser indicios tan significativos como las autolesiones o la expresión de pensamientos suicidas.

Estamos ante un problema cuya creciente magnitud no permite mirar hacia otro lado y en el que la prevención adquiere una relevancia primordial. Una tarea que debe implicar a toda la comunidad educativa, pero también al entorno de quienes lo padecen. Ni la estigmatización ni el silencio son la solución. El suicidio es una triste realidad de la que hay que hablar y que, sobre todo, exige actuar.

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