Menos pobreza en Euskadi
Disponer de la segunda tasa más baja de población vulnerable es significativo, pero no permite caer en la autocomplacencia
Euskadi es la segunda comunidad con una menor parte de sus ciudadanos en riesgo de pobreza o exclusión social, solo por detrás de Navarra. En ... esa situación se encuentra el 15,7% de su población, según la Encuesta de Condiciones de Vida, difundida ayer por el INE; muy por debajo de la media nacional del 26%. No ha lugar para la autocomplacencia cuando más de 343.000 vascos sufren apreturas que los obligan a hacer malabarismos para cubrir sus necesidades, 168.000 de ellos no pueden permitirse unos días de vacaciones ni afrontar gastos imprevistos y 35.000 llegan a final de mes con serias dificultades. Esos inquietantes datos reflejan una realidad que los poderes públicos han de combatir con la debida energía y las herramientas propias de un Estado de Bienestar digno de tal nombre. Sin embargo, en comparación con los del resto de España confirman la fortaleza de nuestro tejido económico y, sobre todo, los beneficios de una potente red de protección que, aunque susceptible de mejoras, reduce sobremanera los casos extremos y dispone de recursos para garantizar una subsistencia digna a quienes han de encomendarse a ellos.
Resulta significativo el descenso de esa tasa -0,3 puntos en Euskadi y 1,8 en el conjunto del país, donde es la menor en trece años- pese a la espectacular escalada de la inflación, que persiste en la subyacente, y una generalizada pérdida de poder adquisitivo que se suma al aumento de las desigualdades tras las crisis encadenadas desde 2008. Tal caída se explica por el 'escudo social' aprobado por el Gobierno para proteger a los sectores más desfavorecidos y por la sustancial mejora del salario mínimo en los últimos ejercicios. No obstante, el factor esencial es la sorprendente fortaleza del empleo, que ha llevado a niveles récord la afiliación a la Seguridad Social a pesar de los efectos de la guerra en Ucrania y de las turbulencias que azotan la economía.
El enfriamiento de la actividad en el País Vasco confirma la conveniencia de mantener la guardia alta. El PIB creció en el primer trimestre cuatro décimas respecto al anterior y a un ritmo anual del 2,2%, la mitad que al cierre de 2022. Una tendencia que se agudizará a corto plazo por el retraimiento del consumo a causa de los altos precios y por el ascenso de los tipos de interés. El panorama se ensombrece, aunque el favorable comportamiento del mercado laboral y el récord en la recaudación de impuestos alejan por ahora cualquier alarmismo.
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