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El Parlamento de Cataluña confirmó ayer que, mes y medio después de las autonómicas, no cuenta con candidato a presidir la Generalitat. Josep Rull pulsó ... el botón de la cuenta atrás hasta el 26 de agosto dando por fallido un primer intento de designar 'president'. Que Junts contase con Esquerra para hacerse con la presidencia de la Cámara era necesario para que Puigdemont intentara regresar con solo la renuencia de ERC a secundar a Salvador Illa a cambio de compromisos de mayor autogobierno. Pero Illa mostró la disyuntiva: Gobierno «de progreso» de PSC, ERC y los Comunes o volver a votar el 13 de octubre. El laberinto partidista sigue sometido a una inflamación soberanista sobrevenida. Y a la presunción de que el encaje de Cataluña en la España constitucional sería obra de un pactismo basado en la opacidad, siempre a favor de la continuidad del Gobierno central. Que todo pueda acabar con el retorno a las urnas confirmaría el ensimismamiento de la Cataluña política, consentido por la Cataluña civil. Sánchez no puede obligar a los suyos a ceder ante Puigdemont, ni hacer de Esquerra el interlocutor definitivo para convencer a los que se sienten soberanos de conformarse con verse singulares.
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