Euskadi tiembla
El terremoto que ha sacudido Álava sin causar daños revela la importancia de los sistemas de alerta y los protocolos de emergencia
El terremoto que ha sacudido Álava con una virulencia de una magnitud desconocida –4 grados– revela la importancia de los sistemas de alerta para poder ... capear una catástrofe en Euskadi. El movimiento sísmico que desató en la madrugada de ayer un tremendo sobresalto en amplias zonas del territorio alavés, llegando a sentirse débilmente en Bilbao y San Sebastián, sitúa al País Vasco en un inédito escenario de crisis. Sin caer en alarmismos, el seísmo reafirma la validez de los protocolos de vigilancia y actuación ante imprevistos potencialmente destructivos como lo puede ser un latigazo telúrico.
Aunque no haya causado daños, el incidente con epicentro en Iruña de Oca pone el foco en la revisión de la cultura sísmica. Los planes de prevención están volcados en contener los desastres naturales de una comunidad azotada por el mar y salpicada de zonas inundables por la proliferación de valles fluviales, cuyas riadas han causado hasta la fecha las tragedias de mayor gravedad. Desde la noche del domingo al lunes, los temblores se suman a la lista de peligros que las autoridades en protección civil deben controlar con extremado celo. El Gobierno vasco ya los supervisa en sus planes de emergencia ante el riesgo sísmico en una comunidad considerada de baja intensidad. El hecho de que haya coincidido con el terremoto de 7,6 de magnitud registrado en Japón, que ha provocado evacuaciones masivas ante la amenaza de tsunami, añade dramatismo a estas catástrofes.
Convivimos con situaciones peligrosas y de ahí la obligación de no bajar la guardia. Son numerosos los municipios vascos junto a empresas químicas, refinerías o almacenes de productos peligrosos. El incendio en la planta de Lea en Vitoria o el reciente escape de benceno en Petronor, que ha obligado a medir la calidad del aire en Muskiz antes de dar por controlado el accidente, remarcan la importancia de la prevención cuando saltan las alarmas para garantizar la protección de la población. Los simulacros y el sentido común refuerzan las capacidades para superar un incidente. La sociedad civil ha dado sobradas muestras de estar a la altura, con un comportamiento ejemplar, cívico y solidario para sortear la adversidad. Como la población alavesa afectada por el terremoto, encarnada por el alcalde de Iruña de Oca, Michel Montes, que supervisó en persona las zonas más sacudidas ofreciendo tranquilidad allá donde tardaba en llegar la imprescindible información oficial.
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