Chile se atasca en su gran reforma
El conjunto de la clase política comparte la responsabilidad por la imposibilidad de reformar la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet. Los progresistas del ... presidente Gabriel Boric fracasaron en septiembre pasado a la hora de convencer a los chilenos más conservadores de la necesidad de evolucionar hacia un sistema con derechos sociales consagrados que modere la actual supremacía del mercado en sanidad, educación o pensiones. La mayoritaria preocupación ciudadana por la inseguridad y la inflación acosa a un Gobierno que comparte el estupor mundial por el hecho de que será la ultraderecha la que deba impulsar ahora un proceso de cambio constitucional en el que no cree. Los republicanos de José Antonio Kast defienden sin complejos la norma vigente y el lastre de la mayor desigualdad entre los países de la OCDE que castiga a amplios sectores de la población. El movimiento de péndulo del electorado en apenas año y medio exige al Ejecutivo convicción para gobernar; a los herederos políticos del dictador, abrirse a las demandas de los más desfavorecidos. Y a ambos, generar un texto de unidad que evite la repetición de un estallido social como el de 2019.
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