Bronca endémica
El choque Gobierno-PP por los incendios reproduce un muy pernicioso efecto de la polarización: hurtar a las crisis una respuesta de Estado
El enésimo frente entre el Gobierno y el PP en el que ha derivado la lucha que libran ciudadanos de medio país, autoridades y servicios ... de emergencias por las arrasadoras lenguas de fuego que aún desafían a Castilla y León, Galicia y Extremadura reproduce un enfrentamiento que, lamentablemente, amenaza con convertirse en endémico en España. Y que se ha erigido en uno de los efectos más perniciosos para el bien común de la polarización que viene desatando incendios, estos políticos, en las últimas legislaturas: la evaporación de una dinámica de Estado que permita no solo afrontar catástrofes desde la colaboración leal esperable entre las distintas administraciones, en el marco de un modelo tan descentralizado como el español, sino identificar las causas de las mismas y trabajar conjuntamente por su resolución, sin que ello signifique renunciar a la legítima pugna ideológica y partidista.
No es nuevo escuchar a responsables institucionales y políticos esgrimir los mismos argumentos contra sus rivales que ellos niegan cuando están al otro lado y son receptores de las críticas. Pero lo que resulta especialmente descorazonador en esta etapa es que lo previsible sea el disenso entre los dos grandes partidos; entre el Gobierno que ha de gestionar crisis en cooperación con los ejecutivos autonómicos, sin eludir la responsabilidad principal que le corresponde, y la oposición llamada a fiscalizarlo bajo el espíritu de lo razonable.
El resultado del pulso sin fin entre los socialistas de Sánchez y los populares antes de Casado y ahora de Núñez Feijóo es la ausencia de un entendimiento articulado que habría ofrecido sosiego a la ciudadanía afectada por la pandemia, el volcán de La Palma, la dana de Valencia o, ahora, la devastación de los incendios. No es el caso de Óscar Puente, amparado irresponsablemente en sus desahogos tuiteros, pero la apuesta del presidente del Gobierno por que varios de sus colaboradores actúen al tiempo como ministros y candidatos electorales contamina de barro partidista el obligado diálogo institucional.
Y la descentralización de competencias no puede llevar al Ejecutivo a desentenderse de la gestión cuando los gobiernos autonómicos no son de su color político. Pero, en paralelo, los barones del PP tampoco deben evadirse de las atribuciones que les son propias amparándose en lo que interpretan como un abandono interesado por La Moncloa.
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