Bilbao también se la juega
La final de la Europa League pone a prueba su capacidad para gestionar la seguridad, transporte y estancia de 80.000 ingleses sin precios abusivos
Bilbao también se la juega el miércoles 21 de mayo, aunque lamentablemente el Athletic no pueda disputar en su propia casa la soñada final de ... la Europa League. El partido que enfrenta en San Mamés al Manchester United, su verdugo, y el Tottenham atraerá a 80.000 ingleses, en una movilización sin precedentes que volverá a poner a prueba la capacidad de la ciudad para gestionar eventos multitudinarios y con una potente proyección internacional. Ya lo hizo con la salida del Tour en su edición de 2023 y con la gala de los premios MTV y las finales mundiales de rugby, ambas en 2018. Pero en esta ocasión el reto parece de mayor enjundia por las características de un partido de fútbol que, por lógica, desata las pasiones de una hinchada entregada a sus colores con ganas además de vivir un día de fiesta. Como debe ser.
Aun así, la capital vizcaína está obligada a prevenirse con medidas que garanticen servicios como la seguridad y el transporte, y trasladar así de nuevo una imagen de competitividad y eficacia a la altura del desafío asumido. Por eso la convivencia debe ser un objetivo esencial. Un logro que hay que asegurar tras el pitido final y el regreso de las aficiones a Manchester y Londres. Sin fair play dentro y fuera del campo, el éxito no será completo. Con la experiencia de La Catedral con los simpatizantes de Inglaterra en el Mundial del 82, se trata de repetir una jornada para el recuerdo aunque las camisetas rojiblancas no dominen esta vez las gradas ni el terreno de juego. De vivirla sin incidentes, como en el apoteósico homenaje por el título de Copa a bordo de una gabarra histórica.
Y para ello es necesaria la implicación de toda la villa, especialmente de los sectores más vinculados con las necesidades de sus miles de visitantes. Es lícito que los negocios que luchan a diario con los vaivenes de la economía aprovechen el acontecimiento como una fuente de prosperidad, pero no sería muy ético hacerlo a cualquier precio. Aunque la ley de la oferta y la demanda lo ampare, encarecer plazas hoteleras y el alquiler de otros alojamientos a niveles claramente abusivos sólo puede afectar a la imagen de la ciudad. Puede ser legal, pero sería aconsejable que los representantes que velan por el control censuren la proliferación de lo que son auténticos excesos, señalados por consumidores y los seguidores ingleses. Bilbao es una metrópoli abierta a las oportunidades que aspira a seguir creciendo. Una inversión de futuro que está muy por encima del beneficio a corto plazo.
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