Las comparsas tienen un bien ganado protagonismo en las fiestas de Euskadi, en las que desarrollan diversas actividades de animación, incluida la instalación de txosnas, ... que a su vez constituye una de sus principales fuentes de ingresos. Su presencia forma parte indisoluble de la Aste Nagusia de Bilbao en sus cuatro décadas de existencia, en las que han contribuido a dinamizar el ambiente en las calles con acentos diversos que han puesto el foco en el ecologismo y el feminismo, sin olvidar reivindicaciones de marcado carácter político. Es loable que sus responsables se comprometan a adoptar una actitud vigilante para prevenir agresiones machistas, racistas o contra la identidad sexual. Pero la pretensión de erigirse en centros de primera respuesta y asesoramiento a las víctimas de posibles ataques de ese tipo, con el objetivo no ocultado de impedir la presencia de la Policía en el recinto festivo «para no crear alarma», no solo excede sobradamente sus atribuciones, sino que choca con los objetivos que deberían ser prioritarios: procurar los mejores cuidados a las personas afectadas y favorecer el esclarecimiento de los hechos.
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Los protocolos de los que se quieran dotar las comparsas para actuar ante casos de ese tipo, que han de ser desterrados para siempre de nuestra sociedad, no pueden interferir ni imponerse sobre los diseñados por las autoridades competentes a las que les ha sido confiada la protección del orden público y de la salud de la ciudadanía. Ampararse en ellos para negarse a que la Ertzaintza acceda a una menor que ha sufrido un pinchazo, como han hecho dos encargadas de una txosna de Getxo, es una grave negligencia, además de un presunto delito. Actitudes de esa índole, similares a las que Bilboko Konpartsak se propone implantar, pueden poner en riesgo la salud de las víctimas, que han de ser atendidas de forma inmediata por personal sanitario especializado, y obstaculiza el inicio de las investigaciones policiales.
Actuar con la máxima rapidez y siguiendo las pautas establecidas por las instituciones -llamar al 112 y acudir cuanto antes a un centro hospitalario- es de vital importancia tras cualquier ataque como los que es responsabilidad de todos erradicar de las fiestas. Detrás de la estrategia de autodefensa esgrimida por las comparsas para justificar su discurso no es difícil adivinar la sombra de un sesgo ideológico contra la Ertzaintza; un Cuerpo que, lejos de generar alarma, es una garantía de seguridad para todos.
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