Ecatepec
Nacer mujer en ese lugar de México supone estar condenada a ser violada, asesinada, secuestrada y tirada a un basurero
Voy a permitirme hablar de México, uno de esos países supuestamente hermanados, y de las feministas. Y no, no me vuelto loca ni escribo bajo ... la influencia de ningún narcótico. No creo que exista en la larga historia de la humanidad un movimiento revolucionario tan permanente, transgresor y brillante como el feminismo; llevamos más de dos siglos manteniendo la misma lucha a favor de las mujeres -no en contra de los hombres, como asegura algún desinformado-, luchando por nuestros derechos y nuestra dignidad como personas. Hemos combatido en todos los países, bajo todos los regímenes; contra todos los partidos políticos, gobernantes e instituciones. ¡Y lo que nos falta! Aseguro que es el movimiento más transgresor, porque atenta contra el mismísimo núcleo del problema: el patriarcado hegemónico y sus instituciones de dominación y poder sobre la mujer.
No conozco ningún Estado cuyos fundamentos se hallen en otro lugar que no sea el patriarcado, un sistema que considera a la mujer un mero objeto reproductor y cuya exclusiva dedicación, personal y profesional, se encuentra en los varones, tengan la edad que tengan, del núcleo familiar. Para el logro de tan importantes objetivos, los varones de la familia podían, pueden y podrán utilizar cualquier método, incluida la violencia, dado el escaso valor de las mujeres. Ecatepec era un barrio de México D.F. convertido ya en una pequeña ciudad de casi dos millones de habitantes. Nacer mujer en ese lugar supone estar condenada a ser violada, secuestrada, asesinada, descuartizada y tirada a un basurero. Cada día mueren seis mujeres. Cada cuatro horas una, incluidas niñas, es violada.
Un genocidio en toda la extensión del término que parece preocupar poco a las instituciones y al Gobierno, empeñado en reducir tan escandalosas cifras, manipulando datos, no evitando muertes. Y mencionaba la cacareada Hispanidad porque los conquistadores europeos -no sólo españoles, cierto- llevaron su idioma, su religión, sus propios genocidios, la viruela y, casi peor, un patrón social basado en el patriarcado machista, que no sólo pervive sino que se pervierte y torna más violento cada día. Ser mujer en cualquier país del Cono Sur americano, se convierte, por derecho propio, en una desgracia. Ellas cargan con la procreación, el cuidado de la familia, el trabajo del campo, incluso de las minas, y llevan sobre sus cabezas la certeza de ser consideradas menos que un mulo de carga. Existen gobiernos que intentan paliar la situación, a otros, como sucedió aquí, les parece un asunto no prioritario y lo van arrinconando en el saco de los proyectos. Salvo que, como siempre, las feministas y todas sus organizaciones lo saquen a la luz y comiencen a vislumbrar, los varones políticos, la pérdida de demasiados votos femeninos. Y entre los lugares más terribles del cono, se encuentran en México: Ciudad Juárez y Ecatepec.
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