En las primeras páginas del libro 'El buen mal', de Samanta Schweblin, descubro que en Argentina llaman mesita de luz a lo que aquí llamamos ... mesita de noche. Me sorprendo, y recuerdo el poema 'Canción de invierno y de verano', de Ángel González: «Cuando es invierno en el mar del Norte/ es verano en Valparaíso,/ Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el puerto de Bremen/ con jirones de niebla y de hielo en sus cabos,/ mientras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacífico Sur bellas bañistas». Siempre me ha llamado la atención que mientras nosotros sacamos la ropa de verano, allá se impongan los jerséis y las bufandas. Esta parte del globo, además, se ilumina cuando la otra se ensombrece.
«Porque cuando es de día en el mar del Norte/ -brumas y sombras absorbiendo restos/ de sucia luz- /es de noche en Valparaíso/ -rutilantes estrellas lanzando agudos dardos/ a las olas dormidas». De pronto, todo me resulta lógico: aquí, mesita de noche; allá, mesita de luz.
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