Sabiduría
Creo que la mayoría es capaz de disfrutar de la vida con lo que tiene, sea mucho o poco
Se acaba 2020. Se nos quedará grabado. Imposible olvidarlo. Yo últimamente he visto morir a gente cercana. Y estoy viendo a otros hundirse, apartarse, desvariar. ... Además de que el nivel del estado de ánimo general está casi por los suelos. Así que ahora, en el momento de enfrentarme a la última columna del año me pregunto: lo mejor de la vida, ¿qué es? ¿El amor? ¿La alegría? El amor tiene muchas caras. Si es verdadero, es seguramente lo mejor. Pero qué importante es la sencilla alegría. A cualquier edad. Y qué sabios aquellos que saben cómo hacer que se manifieste de forma natural entre las pequeñas y a menudo fatigosas e ingratas labores cotidianas. En las cocinas. Y en los umbrales de las puertas. Y en las calles. Y en los cuartos y patios interiores donde la vida digamos que acontece. ¿Acaso no hay demasiado malestar y demasiada crispación por todas partes?
Han venido mis hijas por Navidad y hablando de esto hemos confeccionado la lista de lo bueno. Y ha resultado que las quince mejores cosas de la vida son: la música, pasear, leer libros, dialogar con amigos, soñar con ser alguien mejor, tomar el aperitivo, ver ciudades bonitas, hacer el amor, practicar algún deporte, tumbarse en la playa, ganar dinero, degustar exquisiteces, jugar al parchís, hacer crucigramas y ver películas. No importa el orden. No faltará quien piense distinto, claro. Cada cual tendrá su lista. Yo mismo habría puesto ver nevar antes que jugar al parchís.
Por otro lado, la vida siempre defrauda. Pero no es ella, somos nosotros. Son nuestras desbocadas expectativas, a menudo insensatas, las que al final provocan la frustración. Aunque, ¿quién puede renunciar a las desbocadas expectativas de la juventud? Luego la vida es lo que es. Vulgar y corriente, la mayor parte del tiempo. Mi padre, al final, solo tenía la música y los autodefinidos. Y de hecho, siempre ponía el mismo disco. Tenía muchos, pero se quedó con el de Pavarotti. A los cinco minutos, se le olvidaba que lo había escuchado. De modo que nunca se cansaba de él. Cada vez le parecía maravilloso. Por la misma razón, podía haber estado haciendo el mismo autodefinido un día tras otro.
No hace falta que te recuerde que el mundo se está derrumbando. Lo sabes perfectamente. Lleva así más de veinte siglos. Pero tiene sus cosas buenas, pese a todo, ¿no? Y seguro que tú podrías decir unas cuantas. En contra de lo que parece ser una opinión general, estoy convencido de que hay muy poca gente realmente desdichada. Creo que la mayoría sabe disfrutar de la vida con lo que tiene. Sea mucho o poco. Y supongo que la sabiduría es eso. ¿Qué, si no?
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